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El vigilante enamorado

«Gigante»

Antes de ganar en la sección Horizontes del Donostia Zinemaldia, «Gigante» obtuvo tres grandes premios en la Berlinale: el Alfred Bauer, el Oso de Plata Gran Premio del Jurado y el de Mejor Ópera Prima.

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M. INSAUSTI | DONOSTIA

Otro gran éxito del cine uruguayo, tras los conseguidos con «Whisky» o «El custodio», aunque haya sido realizado por un debutante de origen argentino, el antes músico Adrián Biniez. La originalidad de «Gigante» reside en que altera deliberadamente el proceso narrativo de las comedias o melodramas románticos, deteniéndose en los preámbulos sin pasar a la historia de amor en sí.

La película relata el periodo previo de observación, cuando alguien se fija en otra persona, y el autor imagina lo que ocurriría si ese enamoramiento se mezcla con la obsesión, hasta el punto de rozar el voyeurismo, tanto en cuanto el protagonista no se decide a dar el paso definitivo y declararse a la mujer que le gusta.

Sucede así porque nuestro hombre es un guardia de seguridad y su rutinario trabajo consiste en mirar los monitores de un supermercado, sin encontrar nada extraordinario que puedan captar las cámaras instaladas en el local. El descubrimiento de una mujer de la limpieza que le atrae como nada antes había llamado su atención es el detonante pero, por deformación profesional, se limitará a seguirla y observarla en la distancia.

En su actitud retraída y oculta, influye mucho el físico, ya que se trata de un tipo de gran corpulencia, la que le brinda al personaje uniformado Horacio Camandule. Es posible que tenga miedo de entrar en contacto con una persona a la que ve más frágil, si bien tal temor no hace sino reflejar sus propias debilidades sicológicas. A pesar de su apariencia fuerte, es un ser esencialmente débil, incapaz de mostrarse tal cual es ante la mujer a la que desea en secreto.

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