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Anjel Ordóñez Periodista

¿Somos tontos?

Son los pasos de cebra anti-ecológicos? Piensen en ello. El momento en el que ponemos en movimiento el coche es uno de los que más combustible necesita, puesto que el motor ha de esforzarse sobremanera para que todo el peso de nuestro vehículo comience a desplazarse. Por eso consume tanto la conducción en ciudad (el doble que en carretera). Es física básica. Cada ciclo de parada-arranque supone un generoso trago al depósito y una copiosa emisión de gases a la atmósfera. Cada vez que nos detenemos en un paso de cebra para permitir que un peatón cambie de acera, estamos disparando la tasa de contaminación, acortando la vida del planeta. Entonces, ¿conviene que eliminemos los pasos de cebra? ¿A qué esperan los grupos ecologistas para lanzar campañas contra las rayas blancas (sobre el asfalto)?

Afortunadamente, los colectivos que se dedican a la defensa del medio ambiente, al menos aquellos que conozco de cerca, son más sensatos que todo eso. Seguramente nos dirían que eliminar los pasos de cebra es una soberana estupidez y que la solución pasa por reducir, si no eliminar, el tráfico en las ciudades; convertir nuestras urbes en zonas mayoritariamente peatonales, paraíso de bicicletas, tranvías y vagones de metro. Todo ello perfectamente sincronizado. Es lo razonable, ¿verdad?

Pero volvamos al principio. ¿Son las bolsas de plástico anti-ecológicas? Claro que sí. Cada una emite unos cuatro gramos de CO2 en su fabricación, tarda alrededor de cien años en descomponerse, y tan sólo el 10% de ellas se recicla. En realidad, nuestra sociedad es el Nirvana del plástico; lo ves por doquier, mires a donde mires, riéndose de ti. ¿Solución? Veamos, conviene no caer de nuevo en la idiotez del paso de cebra. Siguiendo el razonamiento lógico de los ecologistas, apostemos por un consumo responsable, renunciemos al modelo derrochador, digamos «no» al dispendio insensato y así gastaremos no menos plástico, sino menos de todo. Ya lo dijo el sabio, «no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita».

Pues tampoco. La solución correcta es eliminar las bolsas de la compra de usar y tirar. El Estado español determina su desaparición antes de fin de 2010 y las grandes superficies se frotan las manos mientras aplauden con las orejas. Lo peor es que nos toman por tontos. Y acaso lo seamos. Piensen en ello.

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