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Raimundo Fitero

La sede

La santa sede. La sede que seda. La sede, un monotema televisivo, radiofónico. La sede asedia y todo lo demás se relega hasta que se conozca la sede de los Juegos Olímpicos de 2016. Televisiones públicas volcadas desde hace días en los preparativos y en la retransmisión en directo de las intervenciones de los equipos de ventas de las candidaturas. Las televisiones privadas al rebote. Crean un interés universalizado sobre algo tan particular. Es una muestra del uso y abuso de los medios de comunicación para crear estados emocionales compartidos que ejercen de barrera a todo lo que realmente sucede y puede importar.

Se plantea como una cuestión de Estado. Presidentes, alcaldes, jefes de gobiernos, cuatro actitudes ante un supuesto acto deliberante. Las empresas de apuestas van dando al minuto el pulso de las prioridades, de las posibilidades, de lo que puede suceder. Estamos ante un cónclave lleno de cardenales noqueados por sus antecedentes. Algo que debería ser bastante privado, fuera del espectáculo mediático, se ha convertido en la estrella, en la noticia, el destino. Un problema sicológico se está fraguando. Y muchos problemas económicos. Tanto para las candidaturas que se quedan fuera como para la elegida.

¿Por qué tiene tanto interés esta lección? Indudablemente estamos sufriendo esta presión porque Madrid está así como la puerta de Alcalá. De no ser así este supuesto acontecimiento televisivo no hubiera tenido nada más que una esquina en titulares dentro de deportes en los noticiarios. De esta manera es un fenómeno político. Y el resultado se politizará y se convertirá en elemento de confrontación y de rentabilidad electoral. El olimpismo se ha convertido en una suerte de hombres, con muy pocas mujeres, que en nombre de unos ideales que se fijaron en el siglo XIX han llegado a un crear lugar de influencia y de dominio de ilusiones, una factoría de recomendaciones y de habilitación de inmobiliarias y por eso España lleva a Florentino y a Raúl, es decir al equipo de bandera que junto al Rey, son la baza intelectual y deportiva que pueden presentar. Se notan más las ausencias que las presencias.

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