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La atomización del arco político navarro por los dos lados abre opciones a nuevas alianzas

El curso 2009-2010 comienza en Nafarroa con el panorama más atomizado de los últimos 20 años. La ruptura del Gobierno Sanz hace que tres siglas compitan de forma muy directa en el ámbito de la derecha españolista, cuyas fronteras con el PSN son cada vez más difusas. Enfrente, la crisis interna de NaBai confirma que la sigla no pasa de ser una marca electoral y la izquierda abertzale pide dejar los «partidismos» para impulsar el cambio. Es tiempo de fisión, que inevitablemente deberá dar paso a fusiones o a sinergias nuevas.

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Ramón SOLA I

Alguno de los expertos científicos que esta semana han participado en el congreso Atom By Atom de Donostia podría analizar el proceso de fisión producido en Nafarroa en los últimos tiempos y acelerado en el inicio de curso. A año y medio de las elecciones (salvo que Miguel Sanz opte por un adelanto), la atomización existente en todo el arco política imita, y probablemente supera, a la de finales de los años 80.

Santiago Cervera, diputado navarro del PP y ex de UPN, prefiere resumir la fractura producida en la derecha con un concepto doméstico: el de la «centrifugadora». En un artículo publicado esta semana en su blog, recuerda que «no hace tantos años que personas como Miguel Sanz, Juan Cruz Alli, Jaime Ignacio del Burgo o José Andrés Burguete militaban en un mismo partido político. Hoy nos distribuimos en tres formaciones diferentes, por añadidura mal avenidas. El llamado centro-derecha está fragmentado y busca alelado su recomposición electoral de cara al 2011».

La fisión es una auténtica obra de autor de Miguel Sanz, ex presidente de UPN, cuyas maniobras para quitarse de encima primero al PP y luego al CDN sorprendieron a toda la opinión pública e incluso a sus dos víctimas. Cervera desvela una figura metafórica usada por Sanz y que ayuda a «entender el fondo del asunto». Escribe que es «la famosa `teoría del quesito' que Sanz explicó didácticamente justo después de que los socialistas le permitieran volver a ocupar su despacho tras las elecciones fracasadas de 2007. Según el corellano, el centro-derecha nunca podrá obtener mayoría para gobernar por su cuenta, y por eso hay que hacer todo lo posible, y hasta lo imposible, para ir de la mano del PSOE. Ésta fue la más explícita declaración de impotencia política que he escuchado nunca», concluye Cervera. El actual miembro del PP no habla de oídas, claro está, porque entonces estaba en la dirección de UPN.

El PSN, de mal en peor

Pero no sólo UPN, PP y CDN compiten ahora por un espacio similar. De la mano de Roberto Jiménez, el PSN está trazando una singladura que le mete de lleno en las mismas aguas. En este inicio de curso, ha adelantado a UPN por la derecha con iniciativas como la Proposición de Ley de Víctimas de ETA, y ha mostrado su sintonía total tanto con el Gobierno de Sanz como con la patronal de la Confederación de Empresarios de Navarra en el diseño de respuesta a la crisis, con apoyo entusiasta al Plan Navarra 2020 o al adelanto unilateral de la financiación del TAV.

Pasados apenas dos años desde que el PSN barajó formar un gobierno alternativo con Nafarroa Bai e IUN, a día de hoy Roberto Jiménez lo ha convertido en mucho más que un socio externo del Gobierno de UPN. Como dato, el apoyo a los presupuestos para 2010 -los penúltimos de la legislatura- ha sido comprometido ya en la primera reunión, rompiendo la dinámica normal de cualquier proceso de negociación que se precie. Y como anécdota, en las «villavesas» de Iruñea se ve estos días propaganda oficial del llamado Plan Anticrisis: el anuncio aparece firmado por el Gobierno navarro, como es lógico, pero a continuación se incluye una coletilla realmente inhabitual que añade que el PSN también lo respalda.

Pese a que se preveía que el partido de Roberto Jiménez iría poniendo más caro su apoyo a medida que pasaba la legislatura, a día de hoy ocurre justo lo contrario. Esta semana el PSN ha amenazado con liquidar sus pactos... a Nafarroa Bai. Todo ello le mete de lleno junto al bloque UPN-PP-CDN, en el que también se inserta la poderosa CEN y ciertos sindicatos que en verano de 2007 ya dijeron con la boca grande o pequeña que preferían un gobierno UPN-PSN a otras fórmulas. «Las diferencias ideológicas con el PSN son cada vez menores», acaba de decir Sanz.

Con este cuadro, y el mal sabor general dejado por el «agostazo» de Ferraz todavía muy fresco, las perspectivas electorales del PSN parecen muy crudas. Y más aún cuando Roberto Jiménez no deja de hacer amigos: esta misma semana ha provocado un agrio rifirrafe con el presidente de Osasuna, Patxi Izco, tras el que Jiménez ha terminado plegando velas.

Si el panorama general puede ser similar al de finales de los años 80 por la atomización de la derecha, la posición del PSN como partido resulta muchísimo peor. Hay que recordar que la fusión UPN-PP de 1991 no se hizo en realidad contra el PSN, sino más bien para conformar un bloque de derecha que pudiera poner en marcha una alternancia con el partido que entonces lideraba Gabriel Urralburu, manteniendo intacta la entente no escrita global sobre el estatus de Nafarroa. Entonces los votos de UPN en solitario no eran suficientes para superar al PSN, que gobernaba con comodidad desde 1983. Ahora, sin embargo, es éste quien no tiene opción alguna de adelantar a UPN, ni siquiera aunque el PP le arrebate siete parlamentarios, como vaticina una encuesta.

Nafarroa Bai, una marca

A la espera de lo que depare el «navarrómetro» encargado por el Parlamento, que se va a realizar este mes y se conocerá a principios de noviembre, los sondeos que van apareciendo muestran que la alternativa más poderosa frente a la derecha es la conformada por los partidos abertzales o partidarios del derecho a decidir de Nafarroa, a los que el PSN ha dejado mucho terreno libre.

Sin embargo, también este espacio está necesitado de redefinición. El pasado IV Congreso de Aralar ha señalado de nuevo la incapacidad de Nafarroa Bai para superar la condición de coalición electoral y llegar a convertirse en una formación política al uso. Ahí van algunos datos concluyentes aparecidos en la enmienda presentada por el parlamentario Patxi Telletxea: el grupo parlamentario de NaBai no tiene coordinador, Nafarroa Bai no tiene responsable de prensa, y la Permanente de la coalición no se ha reunido en tres meses pese a la reproducción incesante de desavenencias internas por los temas más variopintos. Telletxea llega a concluir que «en estos momentos, Nafarroa Bai es un simulacro».

El resto de socios aduce en privado, y no sin razones objetivas, que en realidad Aralar sólo pretende potenciar Nafarroa Bai porque tiene la llave de la coalición, en muchas ocasiones de la mano del PNV. En este contexto, la apuesta pública de EA por que sea la independiente Uxue Barkos quien encabece la lista al Parlamento -y no quien nombre Aralar- supone todo un órdago. Pero a su vez, la formación de Patxi Zabaleta también tiene motivos sobrados para su argumentación de que algunos socios se sirven de Nafarroa Bai para proyectar una representación muy superior a su fuerza real. A este respecto, resulta significativo el malestar de Batzarre por la decisión de Aralar de abrir una sede en Tutera hace tres semanas. Es la enésima prueba de que NaBai sigue funcionando como un reino de taifas.

Pese a ello, y pese a la alarma que ha podido generar la llamada de atención de la ponencia de Aralar, su futuro como marca electoral a corto plazo está asegurado, entre otras cosas porque el convulso escenario general sigue aumentando sus expectativas de crecimiento.

La incomodidad del PNV

Aralar ha lanzado ese toque en un momento en el que las elecciones al Parlamento de Gasteiz han situado a su formación al alza y a EA -su principal competidor interno- a la baja. Sin embargo, resulta difícil medir cuál es la fuerza real de cada socio en Nafarroa, ya que históricamente EA ha sido la fuerza hegemónica del llamado «nacionalismo institucional», muy por encima del PNV, y dado que está por saber cuál sería la distribución de voto entre Aralar y la izquierda abertzale en una competencia normal (este último sector ha estado completamente vetado en el Parlamento navarro desde 2003).

De los cuatro socios, hay uno especialmente incómodo con la denuncia de Aralar. Se trata del PNV, con quien curiosamente el partido de Zabaleta había mantenido una especie de alianza táctica que le permitía dominar las votaciones en la Permanente de NaBai. El PNV ha sido el único que ha contestado públicamente y por escrito a las críticas de Aralar, y no envió representante alguno a su Congreso. Los jeltzales, por cierto, sí se midieron por su cuenta en las europeas de junio. Sumaron en Nafarroa exactamente 3.691 votos, menos que UPyD. Son muy pocos para un partido que ejerció el derecho de veto en 2004 para impedir que la izquierda abertzale se sumara a la unión de fuerzas que finalmente cristalizó en la sigla NaBai.

El martes, al socaire de la ruptura entre UPN y CDN, tanto Nafarroa Bai como la izquierda abertzale hablaban de la necesidad de «cambio». Los independentistas iban más lejos y pedían «altura de miras» a «las personas de izquierdas y abertzales». «Debemos anteponer los intereses de la ciudadanía y de nuestro pueblo sobre la defensa de intereses partidistas. Ése es el gran reto para los próximos meses», añadía.

En este sector, por cierto, no han pasado desapercibidos algunos giros recientes en el discurso de NaBai -recuperando la demanda de oficialidad del euskara, denunciando el despilfarro del TAV o eludiendo poner su firma en los apoyos a las FSE en el Parlamento navarro-, ni tampoco en su práctica -no ha cedido a las intensas presiones políticas y mediáticas para quitar a la izquierda abertzale el derecho a lanzar los chupinazos de Berriozar y, ayer mismo, Atarrabia-.

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