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Antonio ÁLVAREZ-SOLÌS | Periodista

La violencia también sirve

Todo se convierte en palabras que se disuelven en humo. El atunero «Alakrana» sigue secuestrado, mientras el Gobierno español dice, por medio de su ministra de Defensa, algo tan sorprendente como que el buque vasco faenaba fuera del perímetro de seguridad. Es decir, existe un perímetro al margen del que los piratas somalíes -que al parecer sólo Londres sabe quiénes son- pueden operar ante la pasividad práctica de los Gobiernos de Europa. Luego, si la lógica elemental sirve para algo, se reconoce por los Estados, en este caso el español, que la violencia es una forma de operar sobre la realidad, es decir, que es una fuerza real ante la que toda prudencia es poca y poca la posibilidad de reducirla mediante una respuesta de las instituciones armadas. La represión es evanescente y los armadores siguen pagando la cuota de rescate.

Imagino lo escandaloso que resultaría a los dirigentes de diversos países europeos y, repito, en este caso los de Madrid, proponerles un trato igual para los movimientos armados nacionalistas; que los nacionalistas que manejan las armas pudieran operar sin mayor riesgo fuera de un perímetro de seguridad. Y hablamos de dos comportamientos evidentemente de muy distinta raíz social. En el caso del nacionalismo armado, guste o no, sea entendido o no, las organizaciones que mantienen las armas en la mano tienen un objetivo muy distinto, como es la liberación del pueblo que estiman oprimido, mientras en el caso somalí estamos ante un puro acto de piratería, lo que le priva, de ser así, de cualquier condescendencia o lenidad. Lo que decimos parece absolutamente irrebatible si tenemos en cuenta que algunos movimientos de liberación forman ya parte de gobiernos mientras está por ver que los piratas puedan transitar hacia tal menester político. Pero ¿quiénes son esos piratas? ¿Y quiénes son estos gobiernos? ¿Hay, como dicen, sólo un terrorismo?

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