GARA > Idatzia > Iritzia> Txokotik

Maite UBIRIA I Periodista

El paraíso está bajo los pies de una madre

Es posible que en un viaje demasiado largo por la senda del sufrimiento hayamos perdido en el camino parte del caudal de sensibilidad con el que todos nacemos.

Es posible que ante la maraña de acontecimientos que nos estallan ante los ojos hayamos optado por encerrarnos en una suerte de iglú, en una celda opaca y repleta de silencios.

Es posible que hayamos endurecido la piel para que se nos haga más soportable el dolor cercano, que por el sufrimiento que situamos al otro lado de la barricada hace tiempo que nos animaron a desinteresarnos.

Es posible que, como acto de autodefensa, se nos hayan podrido un poco las entrañas para convertirnos en seres capaces de ejercer la compasión a la carta, por imperativo de «plan ZEN», una sigla que, a la vista de la utilización que se hace de algunas víctimas, podríamos reinterpretar hoy como «zona emocional norte», manual multiusos para (des)informar sobre Euskal Herria.

Es seguro que hemos asistido a la devaluación de valores imprescindibles, pero no deberíamos consentir que nos impongan patrones de interpretación de la realidad que nos inhabiliten para entender los cambios que demanda la sociedad vasca.

Durante una visita a un Irak devastado, ante una sala repleta de niños aquejados de leucemia por culpa de las bombas de uranio prohibidas que emplearon los países occidentales para llevar la democracia a ese país, una doctora iraquí me evocó unos versos del Corán para resumir la dignidad de aquellas madres que velaban día y noche ante la cama de sus hijos moribundos.

«El paraíso está bajo los pies de una madre» aseveró la joven cirujano, obligada a operar cada día a sus pacientes sin anestesia debido al embargo.

Quienes ejercemos en los medios de comunicación podríamos recordar esa sentencia la próxima vez que abramos de par en par el baúl de los sentimientos para narrar con pretendidos ojos de las víctimas que no somos un conflicto del que saldremos a golpe de corazón, por supuesto, sino sobre todo de compromiso con una verdad, como todas, caleidoscópica.

La madre de Popo Larre quiere llorar sobre el cuerpo de su hijo antes de morir. La familia de Jon Anza no puede esperar tanto como ella para hacer su duelo. Miremos con respeto hacia los pies para elevar luego las alas.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo