Exigen la libertad de jóvenes detenidos hace un año en Iturrama y Arrosadia
Bajo el lema «Errepresiorik ez. Elkartasunik ez du etenik», más de medio millar de personas se manifestaron ayer por la tarde desde Iturrama hasta Arrosadia para exigir la liberación de jóvenes detenidos hace un año en estos dos barrios de la capital navarra.
Iñaki VIGOR |
La manifestación comenzó poco después de las 19.00 junto al frontón López, del barrio de Iturrama, y se dirigió hacia el barrio de Arrosadia entre gritos de «Euskal presoak etxera», «Presoak kalera, amnistia osoa», «Errepresiorik ez» y «Alde hemendik, utzi pakean», este último ante la presencia de la Policía española, que vigilaba el acto.
Los participantes en la marcha también corearon los nombres de Iñaki Marin, Iker Araguas, Alex Belasko, Hodei Ijurko y Aritz Azkona, al tiempo que exigieron la libertad de estos jóvenes encarcelados. Del mismo modo, recordaron a Mikel Barrios, vecino de Arrosadia que optó por el exilio a raíz de la operación policial del pasado año. El día 22 de setiembre, los jueces del Tribunal de Pau decidieron no aceptar la euroorden de detención que pesaba sobre él, por lo que no será extraditado ni pasará a manos de la Policía ni jueces españoles.
A cientos de kilómetros de casa
Los manifestantes llegaron sobre las 20.15 a la Plaza Felisa Munarriz, de Arrosadia, donde fueron recibidos por el sonido de la txalaparta y dantzaris.
Después de interpretar dos canciones dedicadas a los presos políticos vascos y dar lectura a la carta enviada por uno de ellos, un vecino leyó un comunicado en el que denunció tanto el encarcelamiento de estos jóvenes como el hecho de que permanezcan presos a cientos de kilómetros de sus casas.
También denunció el recrudecimiento de la represión a lo largo del último año y la «persecución policial y judicial», así como el control social a personas y colectivos. Como ejemplo, recordó los casos de los bares Ezpala, Zurgai e Ipargorri.
Entre otras cosas más, denunció la reaparición de la guerra sucia, «ante la pasividad de la clase política en general y ante el silencio de la mayoría de los medios de comunicación».
Dentro de la estrategia de guerra sucia situó la política penitenciaria, y en concreto los «incesantes» ataques a los presos políticos, el endurecimiento de las condiciones de vida en la cárcel y el no reconocimiento de su estatus político.
«Al mismo tiempo, quieren borrar cualquier signo de solidaridad hacia nuestros presos, negando su razón de ser y las raíces de este conflicto», añadió, para concluir con un llamamiento a seguir las movilizaciones en defensa de sus derechos.
Los participantes en la manifestación exigieron la libertad de los jóvenes que aún están encarcelados a raíz de la operación policial de hace un año y denunciaron el control social.