Un museo temporal de ciencias de la tierra en el BEC de Barakaldo
Decenas de expositores se dan cita hasta mañana en la anual Exposición Internacional de Minerales y Fósiles. Cristales de roca de Arkansas o amatistas de Uruguay, un nido fosilizado de huevos de dinosaurio o un pterosaurio en pleno vuelo. Y, encima, gratis.
Joseba VIVANCO
Vaya guapada!», o «¡Mira que colgante más guapo!», o «¡Cacho diente!» -mientras señala la pieza dental de un megalodon, un tiburón gigante de 12 metros que vivió hasta hace 1,5 millones de años-... «¡Tío, la mejor excursión que he hecho en toda mi vida!», exclamaba un chaval a su compañero de visita. Eran algunos de los comentarios que se podían oir ayer, minutos después de que los primeros escolares se adentraran en una nueva edición, y ya van 32, de la Exposición Internacional de Minerales y Fósiles , Fosminer, que acoge el BEC de Barakaldo.
«Éste es el principal argumento para que sigamos defendiendo la gratuidad de esta feria, el de que venga a verla todo el que quiera y, sobre todo, los más pequeños», enfatiza quien es el alma mater de esta cita anual, Santiago Jiménez, actual director del Museo de Ciencias Naturales de Arnedo, que este año se ha traído hasta la feria de muestras vizcaina una colección de pterosaurios o reptiles voladores, uno de ellos, en pleno vuelo, de hasta 3,5 metros de envergadura.
Este entusiasta de los minerales y los fósiles forma parte de la `prehistoria' de esta exposición de carácter internacional que nació en 1978 como la primera del Estado español y que, más de dos décadas después, sigue siendo la misma referencia. «Fíjate qué cristales de roca, qué cuarzos tan soberbios», indica con su dedo con sólo mirar a cualquiera de las decenas de expositores que suman 300 largos metros de rocas y fósiles.
«Ésta es la primera feria que hay tras el verano, así que tenemos a los directores de museos y coleccionistas de toda la península y de muchos puntos de Europa», desvela el éxito de este encuentro. Hay expositores locales, pero también otros venidos de Italia, Pakistán, Alemania, Polonia, China, Marruecos... «Mira, esta roca acaba de venir de Perú. Son las piritas ortaédricas de más belleza que hay», sigue irradiando ilusión.
Dejarse guiar por Santiago Jiménez entre citrinos, topacios, esmeraldas o los mismísimos pterosaurios es todo un lujo. «Hay un expositor que ha llegado de Denver, en EEUU, para traer aquí sus novedades; hay otro que ha venido de Namibia con los minerales novedad esta temporada», expone como prestigio de esta muestra.
Primicias minerales o rocas raras o perfectas en su talla que esconden otras pequeñas joyas que, sin el chivatazo de este cicerone, escapan a los ojos del profano. «Mira, entre esta turmalina traída de Brasil y esta amatista de Uruguay, tenemos un magnífico mineral de las entrañas de Bilbao, de la mina Julia. Una calcita con pirita que llamamos `cabeza de clavo'. Un ejemplar que no veíamos hace años porque las minas se dejaron de explotar», desvela.
Un amonites piritizado a 20 céntimos
Una cita ineludible para escolares, para coleccionistas, incluso para quien busque el aspecto estético de los minerales y rastree los pasillos a la caza de un colgante, un collar, pendientes o pulseras, o un trozo de madera fosilizada. «¡He cogido esto por 50 céntimos!», les anuncia entusiasmado a sus compañeros un joven alumno. Se trata de una pirita. Por el mismo precio se puede llevar una calcita de Bilbo; quién sabe si la primera de una larga colección. Y por 20 céntimos, un amonites piritizado de millones de años. Con un euro en el bolsillo, aquí puede comenzar una afición.
Un amor hacia las rocas y fósiles como el que profesan los miembros, no muchos aún, de la Asociación Vasca de Mineralogía Harridunak. En su stand, Josu recibe a futuros socios. «Es el segundo año que venimos. Nacimos como una asociación de amiguetes, geólogos, gemólogos, a los que nos gustan las minas, los yacimientos y cada dos meses vamos a recoger algo», explica.
La última de esas salidas fue en setiembre a Asturias. Pero tampoco hay que ir tan lejos para dar con algo interesante. «Aquí, en cualquier sitio hay una mina de hierro, o de calcita, o hay de galena... No son cosas de gran valor. No hay turquesas, ni topacios, ni oro, pero vamos, mineral a lo bestia, a lo bruto, aquí tenemos todo lo que queramos», detalla. Un buen ejemplo, las minas de Gallarta, con más de mil años de historia.
Pero la exposición de este año ha querido sumarse también a los aniversarios, los del bicentenario del nacimiento de Charles Darwin y los 150 años de la publicación de su obra ``El origen de las especies''. Y por ello, Fosminer ha incluido un espacio en el que el completísimo, y quizá poco conocido, Museo de Historia Natural de la ikastola Urdaneta de Lujua, expone algunos de sus ejemplares animales. ¿El más solicitado? No, no es el cocodrilo del Nilo, ni siquiera los dos corderos nacidos unidos por la cabeza... El más fotografiado por los escolares es el ejemplar de oso, junto al que muchos se retratan.
A su lado, yendo millones de años atrás en el tiempo, el Museo de Arnedo muestra sus reptiles voladores de hace más de 65 millones de años; enormes huellas de tres dedos dejadas por dinosaurios ornitópodos, hervíboros que llegaban a medir hasta seis metros; unos casi inapreciables rastros de pisadas de tortuga sobre la roca; o un llamativo nido fosilizado de huevos de dinosaurio hallado en China.
Una feria para ver... y aprender. «¿Qué podemos hacer con estos dos cantos de piedra?», preguntan a los chavales en el stand del yacimiento de Atapuerca. «¡Fuego!», responde uno que no se ha estudiado el temario. ¿Quieren saberlo? Acérquense al BEC...