Zanjemos una primera cuestión. Enhorabuena a cuantos han defendido el derecho de Paco Larrañaga a un juicio justo, han trabajado por la conmutación de su condena a muerte, han conseguido su repatriación, y piden ahora que sea trasladado a la prisión de Martutene y una sentencia absolutoria. Lo hayan hecho por estar convencidos de su inocencia, por albergar dudas sobre la fiabilidad de las pruebas y las garantías del proceso, o por una postura contraria a la pena de muerte y al trato inhumano (...).

La crónica sobre la llegada a Madrid de Paco Larrañaga lleva a una conclusión: la defensa que se hace de sus derechos como preso y como persona no está contaminada por los crímenes por los que, los haya cometido o no, ha sido condenado. Nada de lo que su entorno hace o promueve suscita la sospecha del turbio propósito de legitimar la violencia o de humillar a las víctimas. Sin embargo, cuando la movilización es por los derechos de los presos de ETA, interpretados correctamente o no, que eso es otra cuestión que no debe afectar al derecho a reivindicarlos, funciona de inmediato la presunción contraria: que la defensa del preso es en realidad una apología de su militancia en ETA que humilla a las víctimas.

(...) Se persigue exhibir las fotos de unos, pero en el Teleberri del miércoles la odisea del preso Larrañaga ocupó varios minutos con, no recuerdo bien, si cuatro o cinco inserciones, varias de ellas en directo: primero en el avance las noticias, luego para seguir paso a paso su llegada al aeropuerto, su traslado a la prisión (...).

Y, desde otro punto de vista, ¿es proporcionado que mientras los familiares de presos de ETA arriesgan ser procesados por pedir el fin de la dispersión, protestar por la cadena perpetua -colada de matute en el sistema penitenciario-, o manifestar su preocupación por el trato que reciben, los familiares de Larrañaga sean elegidos para protagonizar la lectura de la declaración institucional de las Juntas Generales de Guipúzcoa en contra de la pena de muerte? Conviene precisar, por si acaso, que la defensa de los presos de ETA incluye la de muchos que, no sólo no tienen en su expediente delitos de sangre, sino que todavía no tienen sentencia firme o están todavía en prisión preventiva a la espera de juicio, sin olvidar a los que han sido condenados por pertenecer a ETA sin ellos saberlo. (...)