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Editorial (2009/10/16)

Para preocuparse

Son ya catorce días los que el Alakrana sigue secuestrado por piratas somalíes sin que hasta el momento se conozca en qué punto están las negociaciones para la lfiiberación del barco y sus tripulantes. (...) Ha habido otros secuestros e intentos de secuestro de atuneros vascos sin que, hasta el momento, se hayan producido desenlaces dramáticos. Cuando ha habido que pagar, se ha pagado. Y cuando ha habido que huir a toda máquina, se ha quedado todo en el susto. (...) Que la resolución de este tipo de situaciones es compleja, a nadie le sorprende teniendo en cuenta que el rescate se negocia muy lejos de Somalia; no es esa demora la que debería preocupar demasiado a los familiares de los arrantzales, siempre que el barco esté en condiciones y tenga recursos para mantenerse varado el tiempo que se precise. Pero la detención y encarcelamiento de los dos presuntos piratas complica de forma imprevisible la situación, más aún cuando, al parecer, los secuestradores han añadido a su exigencia de 2,7 millones de euros para el rescate la liberación de los dos detenidos. A nadie se le oculta que esta segunda exigencia es mucho más compleja que la económica y es inevitable que los familiares de la tripulación retenida sienta una gran preocupación no solamente por la posibilidad de que la liberación se prolongue en exceso, sino también por la reacción de los piratas cuando se incumpla esa parte del trato. Después del más que cuestionable ataque de la fragata española y de la extravagante intervención del juez Garzón, la vicepresidenta y portavoz del Gobierno español, De la Vega, ha pedido tranquilidad a las familias «porque la tripulación sabemos que está bien», supone. Pero las familias no están tranquilas, no pueden estarlo ante una situación con tan incierto desenlace. Y el tiempo, esta vez, no corre en su favor.

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