Huelgas de hambre para defender el puesto de trabajo ante la elevada voracidad empresarial
Jon Aitor Ibarloza y Egoitz Montejo son de LAB y en el espacio de cuatro meses realizaron sendas huelgas de hambre para recuperar sus puestos de trabajo, arropados por delegados del sindicato abertzale. Al final, lo consiguieron. La lucha organizada tiene premio.
Juanjo BASTERRA I
En estos tiempos que corren para los trabajadores, una de las fórmulas más eficaces para la defensa del puesto de trabajo es llevar adelante una huelga de hambre. No son generalizadas, pero han demostrado que si se lucha hasta el final, se puede obligar a la empresa a dar marcha atrás a la terrible decisión de dejar a alguien en la calle y, en muchas ocasiones, sin perspectivas de futuro.
Lo triste de la situación, como indican los dos últimos casos de éxito, es que «te tengas que jugar la salud para mantener un empleo», como considera Jon Aitor Ibarloza, quien estuvo acampado en una tienda de campaña ante la empresa Rothenberger en Abadiño y realizó una huelga de hambre que duró cuatro días o el caso de Egoitz Montejo, de Ambulancias Bizkaia UTE, que ayunó durante catorce días para recuperar su trabajo como conductor de ambulancia. Detrás, además de los despidos se encuentran represalias de la dirección de la empresa contra los trabajadores que, o no han aceptado el chantaje que en algún momento les ha propuesto el empresario o que aprovechando la situación de crisis, la dirección de la empresa hace una limpieza de aquellos trasbajadores que le resultan incómodos.
La respuesta de los trabajadores, por ese motivo, es esencial. En los casos de Rothenberger y Ambulancias Bizkaia UTE, los trabajadores de LAB estuvieron acompañados por los delegados sindicales de ambas empresas en los ayunos voluntarios y contaron con el apoyo decidido de muchos de sus compañeros de trabajo. La solidaridad es esencial para enfrentarse de manera efectiva a esas decisiones empresariales.
Despidos fáciles y chantajes
Las patronales de forma reiterada indican que las decisiones de despido son difíciles y que son consecuencia final de una situación de crisis, pero los datos muestran que esas decisiones son cada vez más fáciles de adoptar por parte de los empresarios, porque se juegan los beneficios de un ejercicio económico. Confebask ha manifestado recientemente que se está despidiendo a menos trabajadores que en la anterior crisis.
En lo que va de año 3.883 trabajadores han perdido el puesto de trabajo por un expediente de regulación de empleo (ERE), lo que supone un incremento del 27,875% sobre el mismo período del año pasado. La diferencia entre una crisis y otra se encuentra en la precariedad que se ha instalado en el mercado laboral.
Entre setiembre de 2008 y setiembre de 2009, se han firmado 179.337 contratos de trabajo menos, lo que significa una reducción del 22% y se han firmado casi 25.000 puestos fijos menos que hace un año. De hecho, se calcula que los empresarios han contratado de forma precaria a 15.000 personas durante este último año. ¿Para qué quieren echar mano de los expedientes de rescisión de contrato si la legislación laboral les permite una salida más barata y cómoda? Ahí está la clave. José Luis Gómez, delegado de LAB en Rothenberger, recuerda que es necesario llevar adelante la defensa del puesto de trabajo, pero en el caso de la multinacional alemana, reconoce que a la huelga de hambre y protestas que realizaron ante la empresa «le faltó la guinda, porque la empresa ha aprobado un expediente de regulación, una vez que ha readmitido a Aitor Ibarloza, pero no garantiza que vaya a rescindir empleos cuando termine la vigencia del nuevo ERE».
No obstante, recuerda la fortaleza del trabajador en la defensa del puesto de trabajo y anima a los trabajadores vascos «a defender el puesto de trabajo con uñas y dientes».
Jon Aitor Ibarloza recuerda desde su puesto de trabajo recuperado que «tras la huelga de hambre sientes un vacío, porque estás tremendamente agradecido con tus compañeros que, al igual que yo, estuvieron al pie del cañón para que la empresa no se saliera con la suya». Afirma que «es triste que los trabajadores tengamos que llegar a esas situaciones, a realizar este tipo de esfuerzos para tener un puesto de trabajo, que no es nada del otro mundo, pero te permite vivir a ti y a tu familia».
Egoitz Montejo y Carlos Díaz, el delegado sindical de LAB, mantuvieron 336 horas de ayuno. Admitieron, al finalizar la huelga, que hay que «pelear hasta el final«» para poder mantener el puesto de trabajo y hacer frente a decisiones injustas de la dirección de la empresa.
Lo cierto es que en estas decisiones el modelo empresarial tiene mucho que ver. Esta semana se ha presentado la asociación GBE-NER, que agrupa a diez empresas y 1.300 trabajadores. En ellas, según manifestó a GARA, Koldo Saratxaga, no se ha despedido a nadie, a pesar de la crisis. Es otra forma de hacer.