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Antonio ÁLVAREZ-SOLÌS | Periodista

La extraña frase

Alguien me dijo algo revelador acerca de ellos: «Son zafios». Quizá sea cierta la observación. Se atropellan, amontonan las palabras hasta caer en el cepo de la contradicción. Les pierde el odio o la ira. No están hechos para el gobierno sino para la represión. Según leo en «El Mundo», y cito un periódico poco sospechoso de cualquier tipo de aversión a ellos, ETA indicó que se mostraba «preocupada» por la «elección de la izquierda abertzale de seleccionar a Iniciativa Internacionalista» para reunir los votos de quienes profesan ese independentismo socialista. Pero añade el cuotidiano que «se resignó ante el hecho consumado». Bien, parece que en este caso los antiguos leales de Batasuna no atienden los deseos de ETA. Y además la contradicen en un suceso político importante. Sin embargo el juez Garzón encarcela a Otegi, Rafa Díez y un puñado más por reunirse para crear un nuevo instrumento de ETA que cubra otra vez el camino armado. Es decir, que los encartados tenían la intención de formar «una alianza estratégica que colaborara en la presión para forzar al Estado español a asumir un nuevo proceso de negociación» en el que la banda llevase la voz cantante. Un proceso en que las bombas privaran sobre los votos.

Lo curioso es que los abertzales socialistas deciden apoyar a los candidatos de Iniciativa Internacionalista que sólo persiguen hacer política desarmada, esto es, política-política, como suele decirse en el sumario y elemental lenguaje que emplean los hombres del constitucionalismo. Ante esta situación y manejando una correcta serie de psilogismos uno no acaba de entender que ETA se resigne ante el apoyo a la pacífica Iniciativa Internacionalista y, sin embargo, el auto de encarcelamiento de Otegi, Díez y quienes les acompañaban en la reunión política que atropelló la Policía da por cierto que los reunidos estaban sirviendo los deseos etarras. ¿Les cuadra algo de todo esto?

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