Chris Thomas se plantó en el Bizkaia Arena de Barakaldo y dijo a todo aquel que quisiera escucharlo: «Muchachos, a esto se juega así». Obviamente, el base estadounidense no ganó solo, ya que tuvo en Gerald Fitch y Esteban Batista sus mejores aliados, pero anotó y acertó cuando todos los demás fallaban.

Fitch y Batista tomaron el mando en un inicio fulgurante de los madrileños, que llegaron a ponerse 2-12. La diferencia estribaba en la mayor intensidad en cada acción a favor de los de Guil, pero entre Mumbrú, Moiso y una defensa más agresiva, los locales supieron reengencharse al partido antes del final del primer cuarto para entrar en una fase de desacierto y de juego espeso, pero con el partido en un puño: 16-19.

Los cambios fuenlabreños evidenciaron que su nivel es menor, pero no su intensidad. Los Colom, Kortaberria... dieron aliento a los «buenos», aunque los locales conseguían ponerse fugazmente por delante, con Blums y Seibutis mostrando insuficientes chispazos de calidad. El regreso de los titulares visitantes devolvió el marcador al descanso a la «normalidad»: 31-39, triple de Thomas sobre la bocina. El partido no era nada bonito, pero sí intenso... y lo que faltaba.

Tensión y cansancio

Parecía querer escaparse la escuadra visitante al regreso del vestuario, pero la defensa bilbaina no se lo permitió. Esteban Batista vio cómo las largas extremidades de Moiso le tapaban el sol mientras que Fitch padeció un pegajoso marcaje de un Paco Vázquez tan «currante» como siempre, pero ayer eficaz y hasta con destellos ofensivos.

Con el paso de los minutos quedó en evidencia cierto cansancio, fruto de jugar tres partidos en siete días, además del pésimo partido de gente como Banic o Salgado.

Las defensas alternativas visitantes, seguido de un par de canastas de Thomas y Fitch, volvieron a abrir brecha en los últimos minutos. Pero el péndulo seguía su balanceo, y entre Salgado y Mumbrú se volvía a estrechar el cerco hasta el punto de forzar el empate a 71.

Los nervios estaban a flor de piel y hasta los más templados metían la pata en un Bizkaia Arena que entre la esperanza y la desesperación no sabía con cuál quedarse. Sólo Thomas mantenía la calma en un final infartante que se decidió más por errores que por aciertos. Él solo se merendó a los de Vidorreta con un parcial de 0-10, que viaja con dudas a su debut europeo del martes en Ucrania.