A este paso, para sortear la crisis, para ahorrar costes, terminarán repitiendo hasta las campanadas de fin de año. No entiendo como no se les ha ocurrido todavía. Basta con que los presentadores, racimo y copa en mano, deseen un feliz y próspero año nuevo, eso sí, sin dar cifras, sin aportar datos. Despedido un año, despedidos todos.

En 2006, la cadena pública alemana de televisión ZDF grabó en pleno mes de mayo su programa especial de Nochevieja. La empresa aprovechó la realización del especial de verano Sommer Hit-Festival para reducir gastos. Recicló gran parte de los decorados, vistió con sus mejores galas de invierno a los 300 invitados y de una tacada, dos programas al precio de uno, festejó la llegada del estío y la de los insufribles villancicos.

Al fin y al cabo, en Navidades siempre pasa lo mismo. Y nunca mejor dicho. La compañía Freixenet, tras constatar que el momento actual «reclamaba moderación», ha anunciado esta semana que va a repetir su anuncio navideño de 2008. Vuelven, como el turrón, las deportistas del equipo español de natación sincronizada. «Son las burbujas perfectas», señalan desde la firma de cava catalán, «porque simbolizan nuestros valores: saber hacer, esfuerzo y afán de ser el número uno». La vieja y caduca receta de siempre. Por suerte, y a la vista está, las burbujas, si se inflan demasiado, tarde o temprano terminan reventando.

Soluciones radicales ante la crisis. Tirar de copias, de archivo. En el telediario, como si fueran de hoy mismo, las antiguas buenas noticias. Las tardes de domingo, por ejemplo, una tras otra, la victoria de nuestro equipo. Abandonar la vida para vivir el doble.