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«Alakrana»: política vacía y doble moral

El sonido de las sirenas de los barcos atracados en el puerto de Bermeo acompañó ayer a los centenares de personas que se concentraron frente al Ayuntamiento de la localidad pesquera para exigir la libertad de la tripulación del «Alakrana», pesquero vasco secuestrado en Somalia. Un acto en el que se mezclaba la solidaridad con los familiares y amigos de los arrantzales que permanecen en manos de los denominados «piratas» somalíes y la firme reclamación dirigida a quienes tienen responsabilidad en la negociación para que ésta llegue a buen puerto. Cuanto antes.

Es ésa, sin duda, la principal prioridad en estos momentos. En realidad, debería haberlo sido desde el mismo instante en que se tuvieron las primeras noticias del rapto. Sin embargo, las diversas instituciones, a las que incumbe velar por la seguridad de todos y cada uno de sus administrados, no parecen haberse dado por aludidas. En lugar de afrontar su obligación con seriedad y sensatez, con eficacia y cautela, se han enredado en polémicas estériles que no sólo no ayudan, sino que perjudican un pronto y satisfactorio desenlace de una situación que, para los afectados y sus allegados, ha llegado a un punto inaceptable.

Una polémica en la que la clase política ha apostado directamente por un populismo fácil, tan ruidoso como vacío, en el que los llamamientos huecos a la liberación «sea al precio que sea» ponen de manifiesto una doble moral que desnudan sin miramientos cuando el interés partidista así se lo aconseja, cuando los réditos electorales amenazan con menguar. Ahora, todo vale, no hay Estado de Derecho que defender a ultranza ni legalidades a las que atender por encima de las circunstancias. No ha lugar a la firmeza democrática ni a la tolerancia cero. Esos son recursos reservados para otros menesteres, que tan bien conoce este país. Ahora, todo vale con tal de arrimar el ascua a una sardina que comienza a apestar. Tanto, que despierta el recelo de una ciudadanía cansada de política basura que, como ayer en Bermeo, reclama soluciones. Nada más, pero nada menos.

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