Son muchos los datos y cifras que apuntan en la misma dirección: los presupuestos elaborados para 2010 por el Ejecutivo que lidera Patxi López son de marcado carácter conservador y, de hecho, dan la espalda a los trabajadores precisamente cuando la economía más aprieta a las clases desfavorecidas. Pero, por su claridad, destaca de entre los demás uno de esos datos: el proyecto prevé un aumento del gasto social de un 2,4%, a todas luces insuficiente cuando las necesidades se incrementan exponencialmente a causa de la crisis, mientras que el gasto destinado a fortalecer el aparato policial lo hace en un 4,5%.

Esta lectura ha servido a la mayoría sindical (ELA, LAB, ESK, STEE-EILAS, EHNE e HIRU) para, en su decidida apuesta por la unidad de acción, hacer un esfuerzo por trasladar a la sociedad el verdadero carácter de los presupuestos del Gobierno de Lakua, que, no conviene olvidarlo, recibirán el apoyo de PP, PNV y Hamaika Bat. Esta mezcolanza de siglas, que aúna teóricas tendencias ideológicas diferentes y aún antagónicas en algunos casos, desvela el empeño de quienes apoyan el documento presupuestario por asentar el modelo neoliberal por encima de todo, obviando cualquier esfuerzo por afrontar la crisis también desde las cuentas públicas y poniendo éstas al servicio de una política de derechas sin concesiones.

La respuesta de las centrales sindicales es la movilización. Tras la convocatoria de manifestación, el viernes en Gasteiz, se sitúa la exigencia de unos presupuestos «más justos y solidarios», que potencien el peso del sector público como motor de la economía, sirvan de contención frente a la crisis y desempeñen un papel de protección social del que López se ha olvidado de forma consciente. Además, en la calle, los trabajadores denunciarán el trato de favor hacia las clases pudientes, a la que se prevé perdonar 60 millones de euros al suprimir totalmente el Impuesto de Patrimonio, el que hasta ahora se recaudaba de los bolsillos de los más ricos.