Resultó ser una visita inesperada, de esas que suelen funcionar cuando se pretende potenciar el factor sorpresa. Si lo que se desea es llamar la atención, no hay nada como presentarse en una fiesta sin avisar previamente. Y esto es lo que hicieron precisamente John Cusack y Chiwetel Ejifor y el director de «2012» Roland Emmerich en la pasada edición del Zinemaldia donostiarra. Su llegada al improvisado photocall fue, nunca mejor dicho, de película. Llegaron montados en Porsche y escoltados por varios todo terreno de lujo (en honor a la verdad habría que decir que John Cusack apareció con un palillo en la boca y sin desprenderse de sus gafas de sol en su encuentro con la prensa gráfica). Si no es la primera vez que sucede algo por el estilo, que rostros conocidos de la gran pantalla promocionen películas que no participan directamente en el Festival de Donostia, debe de ser de las pocas. En otros certámenes europeos es una costumbre arraigada. En Cannes, por ejemplo, las productoras aprovechan los días de cine para llevar a cabo la campaña publicitaria de sus próximos estrenos.

«2012» se estrena esta semana pero Sony Pictures y AXN hace tiempo que comenzaron la promoción de esta cinta en la que, como el calendario maya predice, nos cuentan que el mundo se acabará en el año «2012». El día del juicio final, el fin del mundo, el Apocalipsis, vamos, un cataclismo con el que todo este tinglado se va al carajo. Con «2012» el realizador de Stuttgart repite temática fatalista, y continúa con su cine vinculado a las catástrofes.

En todas las películas, la humanidad se expone a algún tipo de «desastre» que pone en peligro su existencia, y en su último trabajo, el director de «Independence day» pretende llevarnos a las taquillas de los cines poniendo como anzuelo espectaculares imágenes de erupciones volcánicas, tifones y glaciares inundando el planeta. Olas gigantescas que cubren el Tibet, rascacielos que caen como fichas de dominó o autopistas que se rompen desde abajo, todo al módico precio de 130 millones de euros. 130 millones de euros que recuperará seguro que con creces con la ayuda inestimable de agencias como la Nasa que, ante la supuesta sicosis nacional en EEUU, ha tenido que emitir un comunicado desmintiendo las predicciones de las que se hace eco el filme. Ojo al dato, esto no es advertising (publicidad), a esto los anglosajones le llaman publicity, hacer algo público, como si de información se tratara, pero sin gastarse un duro. ¿Cómo le habrá pagado Sony a la Agencia Espacial Americana? A saber.