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PSE y PP marcan una nueva línea para fijar el «lado que distingue a los demócratas»

El debate en la Cámara de Gasteiz sobre la ilegalización de Batasuna y la sentencia del Tribunal de Estrasburgo sirvió ayer para observar que la vieja línea divisoria entre «demócratas» y «violentos» se ha movido. PSE, PP y UPyD consideran al resto de grupos parlamentarios sospechosos de «no saber dónde colocarse» o de «tener un pie a cada lado», por no aceptar la Ley de Partidos y toda la estrategia diseñada en Madrid contra el independentismo vasco.

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Iñaki IRIONDO

El Acuerdo de Lizarra-Garazi acabó con los esquema de división social entre «demócratas» y «violentos» y situó el debate en los parámetros entre «abertzales» y «constitucionalistas» o «unionistas». Ayer, en el Parlamento de Gasteiz se produjo otro salto terminológico: sólo los «unionistas» se consideran buenos «demócratas».

La cuestión formal era la ilegalización de Batasuna y el apoyo a la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, pero el fondo era suscribir la estrategia puesta en marcha a raíz del Pacto Antiterrorista de 2000, Fue el primer orador, Leopoldo Barreda, del PP, quien empezó a marcar lí- neas divisorias, y el portavoz del PSE, José Antonio Pastor, quien le siguió.

Dijo Barreda que es momento de «ir un paso más allá en términos de exigencia y de pedagogía democrática. Hay que restablecer con toda nitidez la línea que distingue a los demócratas de quienes ni lo son, ni lo han sido, ni hasta el presente apuntan maneras para llegar a serlo». Abogó por la «unidad de los demócratas» y explicó que eso «significa que no hay espacios compartidos con quienes no lo son ni en la calle, ni en foros supuestamente reivindicativos, ni en el reparto de tareas para agitar el árbol y recoger las nueces, cualesquiera que fueran las circunstancias o los intereses del momento».

Destacó el portavoz del PP que «cuantos más seamos a este lado de la línea que distingue a los demócratas de quienes no lo son, mejor. Pero lo cierto es que después de la sentencia de Estrasburgo, los días en que algunos pudieron pretender tener un pie a cada lado de la raya forman ya parte de la prehistoria democrática de este país. Me preocupa que algunos, con el PNV a la cabeza, sigan siendo incapaces de emprender su particular regreso al futuro».

Abierto el camino, también el portavoz del PSE, José Antonio Pastor, se adentró por él. Primero adujo que «aquí no se trata de establecer ninguna línea entre demócratas, aquí sólo se traza una línea entre los que matan y los demócratas, entre los terroristas y los demócratas». Pero, a continuación, dirigiéndose a PNV, Aralar, EA y EB -firmantes de una enmienda conjunta- les espetó: «Colóquense ustedes donde quieran».

La cuestión de la mayoría

A lo largo del debate se marcaron dos posturas y dos bloques. En un lado PSE, PP y UPyD, que ven en la sentencia de Estrasburgo un aval a la Ley de Partidos y, por expansión, exigen el apoyo a toda la estrategia de «tolerancia cero» y «deslegitimación del terrorismo».

En el otro se sitúan PNV, Aralar, EA y EB que, al tiempo que consideran «ilegítima» la violencia de ETA, se posicionan contra la Ley de Partidos y las ilegalizaciones.

La superioridad en escaños hizo que saliera aprobado el texto conjunto acordado por PSE y PP. Pero desde las filas de la oposición les recordaron que los contrarios a la ilegalización representan a más votantes. Esta es una cuestión que molesta mucho al PSE, porque considera que recordar que la mayoría gubernamental se debe a que el Parlamento quedó recortado y a que la distribución de escaños no se corresponde con la de votos es un intento de restar legitimidad al Gobierno de López.

Los objetivos

Ambos bloques se enfrentaron también en lo relativo a los objetivos de la propuesta inicial del PP secundada por el PSE. Mikel Arana, de EB, apuntó que lejos de buscar ningún consenso, la moción pretendía «quedar como los campeones de la lucha antiterrorista, a costa de la unidad». Aintzane Ezenarro, de Aralar, fue más lejos, y aseguró que para el PSE y el PP el objetivo no es la paz y la convivencia, sino la victoria; y no solo la victoria militar, sino también la victoria política y social sobre el abertzalismo. Les acusó de emplear para ello todos los instrumentos que les da ser un Estado, pero les recordó que tienen un punto débil: no cuentan con el apoyo mayoría democrática.

La acusación, evidentemente, tuvo respuesta inmediata. José Antonio Pastor le contestó que «yo también quiero la paz, por lo menos tanto o más que usted. Porque además tenemos una diferencia, por desgracia: que yo, por pedirla, corro el riesgo de que me maten».

Por parte del PNV, Joseba Egibar, volvió a recordar que la Ley de Partidos se inscribe en el «perfeccionamiento de la estrategia» puesta en marcha por PSOE y PP después de no poder conquistar Ajuria Enea en 2001. PSE y PP le pidieron que no crea que toda Europa conspira contra el PNV y le invitaron a cruzar la línea al lado de los buenos, «dejando ese discurso de la prehistoria democrática».

paris toma nota

Preguntada por el tema, la ministra francesa de Justicia, Michèlle Alliot-Marie, afirmó que su Gobierno «saca conclusiones» del fallo de Estrasburgo, pero sin precisar si París sopesa tomar alguna iniciativa similar contra Batasuna.

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