Maite SOROA
Ahora, los deportes
Ahora que han convertido el Parlamento de la Comunidad Autónoma Vasca en un juguetito a su medida, se la pasan jugando. Que si un día modifican los decretos escolares, al día siguiente le quitan la txapela a la Ertzaintza... y ahora quieren que juegue la Selección española en Euskal Herria y pase por aquí la Vuelta Ciclista a España. Se pueden imaginar el alborozo en su prensa.
Hasta «Marca» editorializaba con el asunto y sentenciaba que «el cambio político en Euskadi también se empieza a notar en el mundo del deporte. La decisión del Parlamento de Vitoria de pedir que vuelvan a Euskadi tanto La Roja como la Vuelta Ciclista a España es el mejor signo de que la hegemonía nacionalista ha llegado a su fin». Son como niños, ¿verdad?
Y en el diario económico «Expansión» advertían de que «todavía habrá alguien en el País Vasco que dirá que la presencia de la selección española de fútbol en aquella tierra para jugar un partido oficial o la celebración de una etapa de la Vuelta a España es lo más parecido a una provocación (...) es necesario que haya acontencimientos, como el de la selección española o la Vuelta a España, que ratifiquen que no están en un estado de excepción. Y a partir de ahí es posible que también empiecen a opinar libremente. Se trata simplemente de un ejercicio de libertad, ésa que ha estado tanto tiempo ausente». O sea que la libertad es imponernos una selección extraña. ¡Qué curiosa forma de ver las cosas!
El que no las tenía todas consigo era el de «La Razón», feliz pero un tanto preocupado: «nadie ignora que esta iniciativa se va a encontrar con más de un escollo que es de esperar que sea subsanable. La Federación Española de Fútbol recordó, nada más conocerse la noticia, que, a pesar de mostrarse `encantada', la decisión no es suya: son los clubes, a través de sus federaciones territoriales, los que deben comunicar su deseo de albergar partidos internacionales. Y ahí puede estar el primer problema: el Athletic -hay que precisar, sus sucesivas directivas- ha estado tradicionalmente en la órbita del nacionalismo, y lo ha mediatizado como símbolo indisoluble de la cultura e identidad vasca. Algo parecido sucede en la Real Sociedad y el resto de equipos». O sea, que igual se les chafa el invento.