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FIN DEL SECUESTRO DEL «ALAKRANA»

El Gobierno español se puso en jaque a sí mismo

Iñaki IRIONDO

Hasta tal punto ha sido desastrosa a actuación del Gobierno español que en lugar de poner en jaque a los piratas ha acabado generando una crisis interministerial, con informes clasificados de secretos volando por las redacciones de los principales medios de comunicación sin otra intención que la de señalar con el dedo acusica a la compañera o compañero de Consejo de Ministros, que respondía con un «y tú más». Es decir, lo más parecido a un patio de escuela. Un espectáculo divertido para verlo desde la barrera, de no ser porque había 36 hombres secuestrados en la costa de Somalia.

En medio de todo, por si fuera poco, apareció la Audiencia Nacional para, en una nota informativa inusual, dejar claro que su intervención fue en todo momento por orden del Gobierno, a través de la Abogacía del Estado.

En las últimas semanas, desde instancias más o menos cercanas a los responsables de todo este guirigay se ha responsabilizado a los medios de información de que el del «Alakrana» fuera el único secuestro «retransmitido en directo» de los muchos que todavía se mantienen en Somalia. El elemento diferenciador de este secuestro con respecto a otros, hay que aclararlo, no es la posición de los medios, sino que es el único en el que se ha detenido a dos secuestradores, convirtiéndolos así en parte de las negociaciones. Sirva como ejemplo lo acontecido en abril del año pasado en torno al secuestro del «Playa de Bakio». No sólo la liberación fue entonces mucho más rápida, sino que apenas hubo debate sobre la actuación gubernamental, ni siquiera en torno al pago del rescate.

Una y otra vez -la última ayer mismo- el Gobierno español ha asegurado que estaba «haciendo lo que tenía que hacer», por lo que pedía mutismo -incluso a los familiares de los secuestrados- y también confianza. Y lo cierto es que nadie abrió la boca en 33 días, durante los cuales el Ejecutivo de Zapatero mantuvo que la suerte de los dos somalíes detenidos no estaba formando parte de las nego- ciaciones, mientras en los tribunales se jugaba una partida de ping-pong con uno de ellos para saber si era mayor o menor de edad. Quien repase la hemeroteca verá que durante todo ese mes, las únicas noticias que se generaron alrededor del «Alakrana» fueron algunos datos sobre la tripulación al principio y después las relacionadas con el apresamiento, conducción y andanzas por los juzgados de los dos detenidos. Nada más.

Pero el 5 de noviembre los piratas dieron un golpe en la mesa a través de los corazones de los familiares de los secuestrados, demostrando una eficacia comunicativa y unos conocimientos de sociología moderna mucho más avanzados que los de los responsables gubernamentales. Madrid y Lakua quedaron desnudos ante los ojos de la opinión pública y sólo entonces comenzó a percibirse que ambos ejecutivos se tomaban en serio esta negociación. Y en diez días la liberación ha sido posible. El dinero, lo dijo en su día el armador y lo corroboraron las familias, nunca ha sido un problema. El problema ha sido el Gobierno.

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