La colaboración «parcial» con el Tribunal y el remordimiento expresado por Kaing Guel Eav, alias camarada Duch, evitaron que el fiscal del tribunal internacional de Phom Penh solicitara cadena perpetua contra quien fuera el jefe de la prisión de Tuol Sleng (S-21), el principal centro de detención durante el régimen del Jemer Rojo (1975 y 1979), donde más de 14.000 personas fueron torturadas y ejecutadas y sólo siete sobrevivieron. La Fiscalía solicitó 40 años de cárcel por «crímenes contra la humanidad, tortura, esclavitud, abusos sexuales y otros actos inhumanos», aunque en caso de ser condenado, el acusado, de 67 años, pasaría el resto de su vida en prisión.

Kaing Guel Eav confesó ayer su «insoportable remordimiento» por lo sucedido. «Soy el único culpable de la pérdida de más de 12.380 vidas», declaró ante el Tribunal que juzga a los presuntos responsables de la muerte de 1,7 millones de personas, cerca de un cuarto de la población camboyana, víctimas del hambre, el agotamiento, las enfermedades y las purgas ordenadas por el régimen de Pol Pot. Sin embargo, precisó que actuó «al servicio de una organización criminal que destruyó a su propia gente de de una manera escandalosa», declaró.

Los abogados de las víctimas acusaron a Kaing Guel Eav de falsificar la historia y de mentir.

Los camboyanos han seguido de cerca el juicio, pero la conciencia de los crímenes cometidos, un tema que ha sido en gran medida tabú hasta la actualidad, no ha calado en toda la población, ya que los jóvenes no creen que aquel régimen existiera. Más de dos tercios de los 14 millones de camboyanos han nacido tras la caída del Jemer Rojo y muchos de los responsables políticos actuales son ex jemeres rojos, empezando por su primer ministro, Hun Sen.