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«La economía solidaria es una pieza imprescindible para el cambio social»

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Jordi García Jané
Miembro de la Xarxa d'Economia solidària de Catalunya

Jordi García Jané participó hace unos días en Bilbo en una jornada de la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS). Situó la economía solidaria como una manera de hacer frente al modelo económico capitalista. En la entrevista desvela que la sociedad no debe dormirse porque el neoliberalismo se está regenerando y profundizará en las políticas que provocaron la crisis mundial.

Juanjo BASTERRA |

La economía solidaria se presenta como una alternativa al modelo económico capitalista y neoliberal. Sus precursores afirman que es un instrumento de «transformación social» que fomenta un desarrollo sostenible, justo y participativo. Jordi García así lo reconoce y explica que en este modelo está el futuro no sólo de la economía, sino de las personas.

Este miembro de la Xarxa D'Economia Solidària de Catalunya destacó a su paso por Bilbo el trabajo de la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS) a la hora de poner cara y ojos a buenos ejemplos de iniciativas sociales y económicas frente al muro que ha establecido el capitalismo entre los poderosos y el resto de la población. Jordi García destaca, sobre todo, que «la locomotora del capitalismo nos conduce al desastre» y, por lo tanto, es necesario «no sólo detenerla», sino apostar «por el cambio social».

¿Qué entiende por economía solidaria?

La economía solidaria es el conjunto de prácticas económicas, es decir, de actos de producción, comercialización, consumo y crédito que persiguen la satisfacción de necesidades en vez del lucro y que se rigen por los valores de cooperación, solidaridad, democracia, igualdad y sostenibilidad. Hablamos de trabajo cooperativo, de comercio justo respecto al Sur y entre el Norte, de consumo responsable, de finanzas éticas y solidarias, así como de los bienes comunes regidos por la economía del don. Muchas de estas iniciativas se han formalizado en cooperativas de todo tipo, sociedades laborales, empresas de inserción, fundaciones y asociaciones de intervención social, mientras que otras adoptan la forma de trabajo autónomo, grupos de trueque -algunos con moneda social-, huertos comunitarios, microeconomías comunitarias vinculadas a grupos neorurales o a casas ocupadas, el movimiento de software libre, etc.

¿Qué aporta la economía solidaria ante un mundo en crisis?

El sector de la economía solidaria aporta dos cosas: sustento y esperanza. Sustento en la medida que millones de personas en el mundo tienen un trabajo digno, pueden acceder a créditos y abastecerse de productos de primera necesidad a bajo precio gracias a las empresas de economía solidaria. Eso ya era así antes de esta crisis, y sigue siéndolo ahora. La OIT publicó a principios de este año un informe, centrado en las cooperativas, titulado «Perdurabilidad de la empresa cooperativa en tiempos de crisis» en que se explicaba cómo éstas aguantan mejor la crisis que las empresas mercantiles. Las cifras que maneja el Ministerio español de Trabajo van en el mismo sentido: en 2008, debido a la crisis, desaparecieron más empresas mercantiles que cooperativas; y éstas, aún en plena crisis, lograron generar nuevos empleos.

¿Por qué aguantan más?

Porque un empresario capitalista cierra el negocio si de él no obtiene, pongamos, un 10% de rentabilidad; una empresa de economía solidaria se mantendrá mientras permita a sus trabajadores llevar el sueldo a casa. Como además los trabajadores suelen ser propietarios de la misma, arrimarán más el hombro para salir todos adelante, sin despedir a nadie. Esto unido a su conocimiento directo de la empresa, les dará mayores probabilidades de encontrar estrategias de supervivencia en momentos como el actual.

Y ¿la esperanza?

Con su quehacer diario, el sector está demostrando que se puede montar una empresa democrática y con compromiso social y ser al mismo tiempo tanto o más eficaz que una compañía capitalista, por lo que está transmitiendo a la sociedad la esperanza de que hay alternativas a la economía capitalista, de que otra economía más justa, democrática y sostenible, no sólo es necesaria, sino que es posible, ¡tan posible que, embrionariamente, ya existe!.

¿La economía solidaria y la alternativa están en crisis?

Ciñéndonos tan sólo a las cooperativas, existen más de 700.000 en el mundo y agrupan a más de 800 millones de socios. Naturalmente, siempre habrá una parte de éstas que estén en crisis y algunas terminarán por desaparecer. Pero, sin duda, surgirán otras. Ahora bien, en conjunto, la economía solidaria está creciendo. Por ejemplo, las entidades de finanzas éticas y solidarias, como Coop57 o Fiare, aumentan espectacularmente en número de socios debido a la desconfianza ciudadana hacia los bancos convencionales.

¿La economía solidaria es, por tanto, alternativa de futuro en esta selva neoliberal?

La economía solidaria es parte de una alternativa más global, no sólo a la variante neoliberal del capitalismo, sino al propio capitalismo. Desde un punto de vista teórico, la economía solidaria es una pieza imprescindible para un cambio social en profundidad, como lo son también las propuestas de democracia participativa, de decrecimiento, el derecho de auto- determinación de los pueblos, de renta básica y renta máxima, de abolición de los paraísos fiscales o de cancelación de la deuda externa. Desde un punto de vista práctico, los movimientos sociales transformadores, y entre ellos el movimiento de economía solidaria, han de hacer un esfuerzo por entrelazar sus discursos y luchar juntos en favor de objetivos estratégicos que, como mínimo, civilicen el capitalismo y, como máximo, si fuera posible, lo reemplacen por un sistema más justo, democrático y sostenible.

¿El capitalismo sólo sobrevive creando crisis, generando más paro y concentrando más y más su poder en menos manos?

Estamos inmersos, no en una crisis financiera de corta duración, sino en una crisis de civilización, que empezó en los años 70 del siglo pasado y que aún durará alguna década más. La crisis financiera, la crisis de superproducción, la crisis energética, la crisis alimentaria, la crisis climática y la crisis de hegemonía de los Estados Unidos son manifestaciones de esta crisis de civilización que se agudizará en los próximos años.

¿Cómo valora el papel del Gobierno español en esta crisis?

La crisis del Estado español posee especificidades respecto a la crisis mundial, puesto que, además, se trata de una crisis de modelo de crecimiento. En estos últimos años, la economía española se ha basado en el sector de la Construcción, con las nefastas consecuencias que ello ha acarreado: destrucción del territorio, sobreendeudamiento de las familias, corrupción... Necesitamos, pues, cambiar los sectores tractores de nuestra economía; impulsar la reconversión ecológica de la producción, el transporte y las viviendas; mejorar los servicios sociales y entrar de lleno en la llamada sociedad de la información, intrínsecamente cooperativa, aprovechando mejor las potencialidades de las tecnologías de la información y la comunicación. Las administraciones públicas deberían liderar este proceso, y contar como aliados con los sindicatos y las empresas de economía solidaria, pero no parece que estén por la labor.

¿Se puede escapar del capitalismo una vez que hemos visto que la autorregulación del mercado no es verdad y que los poderosos siguen teniendo privilegios en las ayudas cuando falla su sistema?

En eso estamos. Salir del capitalismo es posible en la medida que, a pequeña escala, la economía solidaria demuestra día a día que existe otro modo de hacer empresa y hacer economía, y también que poco a poco van surgiendo modelos económicos alternativos al capitalismo, como por ejemplo el de democracia inclusiva de Fotopoulos, o el de democracia económica de Schweickart, éste por cierto inspirado en las empresas cooperativas. Tenemos embriones de una nueva economía no capitalista a nivel micro y disponemos ya de algunos modelos económicos alternativos a nivel macro, que superan tanto la economía capitalista como la economía de planificación centralizada, que erróneamente llamamos en su día socialismo. Nos faltan objetivos estratégicos, a fin de lograr que las prácticas alternativas de hoy se conviertan en hegemónicas en un mañana contra más cercano mejor, pues, de algún modo, la locomotora del capitalismo nos conduce al desastre y se nos acaba el tiempo para detenerla. Tenemos que actuar.

«Una economía más justa debe distribuir mejor la riqueza»

¿Qué características debe tener una economía más justa?

Una economía más justa debería satisfacer como mínimo cuatro requisitos. Primero, necesitaría distribuir mucho mejor la riqueza, reduciendo significativamente las diferencias de renta entre personas y regiones del mundo. Por supuesto, en una economía justa dentro del siglo XXI sería impensable que hubiera un sólo ser humano, que pasara hambre, no tuviera casa o no pudiera acceder a la educación o la sanidad.

¿Cuáles son el resto de componentes?

Asimismo una economía, para ser justa, debería repartir mejor el trabajo, tanto el productivo entre todas las personas aptas para trabajar, como el reproductivo o doméstico entre hombres y mujeres. También debería ser una economía democrática, en las grandes decisiones macroeconómicas así como en la gestión de las empresas. Y, el cuarto requisito, es que debería ser sostenible, es decir, tendría que limitar el uso de los recursos naturales renovables (la pesca, por ejemplo) por debajo de su tasa de renovación; el uso de los recursos naturales no renovables (el petróleo, por ejemplo) por debajo de su tasa de sustitución, y no generar residuos por encima de la capacidad de la biosfera de asimilarlos.

¿Qué ejemplos de buenas prácticas citaría?

Sin salir de Euskal Herria, pienso, en el terreno de la producción, en un montón de empresas vinculadas a REAS como Rezikleta y su proyecto Bizimeta en Bizkaia, o la Fundación Gaztelan en Nafarroa o algunas cooperativas de trabajo como Ampo, Irizar o Ulma. En el terreno de la comercialización, en el Koopera Merkatua de Bilbo, promovido por la Red Social Koopera. En el terreno de consumo, Uztaro, una cooperativa unitaria de producción, consumo y distribución de productos agroecológicos en Beitzama. Por último, en el terreno del crédito, está la banca ética Fiare.

También se producen malas prácticas.

Es verdad, hay cooperativas en donde la democracia se reduce a la asamblea para aprobar resultados y elegir representantes, dicho sea de paso, es bastante más que en la empresa capitalista, o en donde los trabajadores siguen sintiéndose alienados en su trabajo. Malas prácticas hay en todas partes. Sería imposible imaginar una economía solidaria pura compitiendo dentro de un mercado capitalista. J. B.

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