Si la providencia no lo remedia, Mujica será el nuevo presidente
Sergio LABAYEN | MONTEVIDEO
En la noche electoral del 25 de octubre, tras conocerse que el Frente Amplio no había logrado la mayoría absoluta en primera vuelta, el candidato conservador Luis Alberto Lacalle proclamó que la providencia lo había colocado en la disputa por la presidencia del país. Sin embargo, a no ser que alguna intervención divina o humana lo remedie, José Mujica se convertirá hoy en el próximo mandatario de Uruguay.
Mujica recogió hábilmente aquellas palabras de Lacalle, que equivalían a decir que «la providencia tiene que ver en la elección de las candidaturas». «Yo no creo que ningún gobernante sea elegido por el dedo de Dios, son pactos y arreglos que hacemos entre los hombres. Es igual a lo que dijo Franco, que se decía caudillo de España por la gracia de Dios y lo hacía poner en la moneda», añadió.
Tras la tristeza y decepción con que la izquierda encajó los resultados del 25 de octubre, y a pesar del revés de la pérdida de los dos plebiscitos, las bases del FA pudieron respirar cuando el escrutinio definitivo les otorgó la mayoría absoluta en ambas cámaras, en duda en un primer momento. Así, ahora resulta más complicada la opción de que Lacalle pueda dirigir el país con el Congreso y el Senado en contra. Sí que sería posible, gobernando por decreto, pero la música sonaría a épocas felizmente pasadas, por mucho que los blancos vendan su candidatura como una necesidad para equilibrar el país y evitar el rodillo frenteamplista.
Campaña rastrera
En sus intentos por evitar lo inevitable, los partidos tradicionales han empleado sus habituales argumentos para atacar la candidatura de Mujica. Una polémica de notables proporciones estalló en noviembre cuando la Policía halló un gran arsenal en la casa de un tal Saúl Feldman, que murió tiroteado en el allanamiento. Los medios de derecha vincularon a Feldman con la antigua guerrilla del MLN-Tupamaros, y el ex presidente de la República, Jorge Batlle, emplazó a Mujica a aclarar sus vínculos con el fallecido. El candidato negó rotundamente ninguna relación con este episodio, pero Lacalle lo utilizó para difundir unos tendenciosos spots, con forma de noticiero, en plena época de veda electoral, lo que fue denunciado por el FA ante la corte que regula los comicios.
Con tantas cosas en juego cualquier titular es posible, como el que exhibió hace unas semanas el diario conservador uruguayo «El País»: «Vinculación de Mujica con la ETA preocupa a españoles». Se referían a lo dicho por el periodista cubano-español Carlos Alberto Montaner en su columna de la CNN, donde aseguró que en España hay una importante preocupación ante un eventual gobierno del candidato frenteamplista.
Aludiendo a los sucesos del Filtro y a la solidaridad con los refugiados vascos entonces mostrada por importantes sectores del Frente Amplio, Montaner se permitió afirmar que «cuando alguien tiene un comportamiento de esa naturaleza, por supuesto los servicios de inteligencia y el gobierno democrático están preocupados de que Mujica Presidente convierta a Uruguay en un santuario etarra». El desmentido español llegó rápidamente, pero los ruidos de la campaña continuaron por semejantes derroteros.
El Frente Amplio, tranquilo
Todas estas maniobras no han sacado de su guión al FA, que sigue incidiendo en los logros del gobierno de Tabaré Vázquez, en su apuesta por modernizar el país y en la lucha por erradicar el paro y la pobreza, unos temas que a la sociedad uruguaya parecen preocupar bastante más que las profecías apocalípticas de Lacalle. Los datos que difunden las encuestadoras también alimentan el «mensaje tranquilo» del FA, ya que otorgan a Mujica una ventaja de entre seis y nueve puntos sobre su rival.
La figura de Lacalle está tan desprestigiada que hay sectores blancos y colorados que ya han anunciado que no le votarán. La campaña del Partido Nacional ha sido solemnemente mala, sin propuestas reales, con mucha propaganda y apelando a un difuso sentimiento patrio de unidad y reconciliación.