Héroe
Baltasar Garzón pone en capilla a otros 43 políticos vascos. Juega a héroe justiciero sin percatarse de que el triste papel que la Historia le depara no es más que la de un mísero Torquemada dispuesto a envilecer su nombre en beneficio de los poderosos, señores a los que sirve y de los que espera favores. En Euskal Herria se reconoce a sus víctimas y se repudia su nombre. Triste destino el del siervo agradecido al amo.