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Raimundo Fitero

Simbiosis

En la resolución de un caso de atraco con retención de rehenes en Burgos, la locución de uno de los noticiarios aseguraba que se pudo llegar a ese final feliz sin heridos gracias a que entre los muchos pasos de disuasión emprendidos confundieron al atracador ya que «los policías se hicieron pasar por periodistas». Y de repente uno ve las imágenes reiteradas en donde esa simbiosis entre periodista y policía es tan perfecta que cuesta diferenciar una función de otra. Si quedamos en la evolución clásica que la función crea el órgano, cuando la función se fusiona, se confunde y cumple otros objetivos es lógico que se produzca esa variación, esa simbiosis y de repente sabemos que gran parte de los noticiarios son partes policiales, o viceversa.

Volviendo a lo de Burgos, uno se imagina que el atracador que según se escucha en las locuciones señaladas debe estar pasando por grandes problemas económicos reclamó la presencia de la prensa, con la ingenuidad de usarla para explicar su caso, para que el mundo entendiera que era una acción desesperada porque estaba ahogado. Craso error. ¿Cuánto hace que se hombre acorralado no lee un periódico o escucha la radio o ve la televisión? Eso ya no se estila. Los medios de comunicación o denuncian lo barata que está la heroína o dedica horas, o toneladas de tinta, para hablar de la separación de dos artistas, nunca para acercarse a los problemas reales. Quizás si hubiera reclamado la presencia de Belén Esteban hubiera tenido una oportunidad, pero convocando periodistas, así, en genérico, le acaba sucediendo lo que le sucedió, que entran uno maderos y lo engañan. Y es que es muy difícil, sin ser muy especialista, y en ciertas circunstancias distinguir a unos de otros.

En el programa «Gente» hablan, una vez más del caso de la niña muerta en Canarias, de su padrastro vilipendiado, acusado por negligencia médica, y condenado por saña periodística. Es un caso, pero la última lección de ética periodística se dio en el CQC de hace décadas. Ahora solamente son presuntos los caciques políticos, los banqueros y los obispos, el resto y especialmente si son vascos, en la primera oración se vislumbra al policía que lo ha escrito.

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