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Las cifras del paro no permiten optimismos

Los esfuerzos del discurso oficial por dibujar un panorama económico optimista, que vislumbra el paulatino abandono de la crisis, rayan en la desesperación y el esperpento con cada nuevo dato mensual que sobre la evolución del paro se da a conocer. En el mes de noviembre, y según los datos facilitados por el INEM, se incrementó en 2.377 el número de desempleados inscritos en sus oficinas de Hego Euskal Herria. A día de hoy, el número total de parados supera los 166.700, una cifra que apenas deja margen a la interpretación y que habla a las claras de una coyuntura de tintes, por desgracia, muy oscuros para la clase trabajadora.

Sin embargo, desde Madrid, Gasteiz e Iruñea se siguen retorciendo los datos para tratar de encajarlos en unos esquemas políticos que ni la terca realidad es capaz de modificar. En este caso, el argumento se fija en que aunque el porcentaje del paro crece, lo hace a una ritmo menor que el pasado año. Ciertamente el ritmo es menor, pero lo es porque la pérdida de empleo registrada el pasado ejercicio apenas conoce precedentes. Pese al maquillaje, la destrucción de empleo sigue siendo demasiado elevada, tanto que hay que remontarse al mes de marzo de 1997 para encontrar niveles de paro similares a los actuales.

Mientras en Madrid auguran «noticias positivas» para 2010, miles de familias se enfrentan a un presente que hace tiempo dejó de ser complicado para convertirse en desesperado. Y mientras amplias capas de la sociedad se enfrentan a la precariedad laboral o al paro con una protección social cada vez menor, hablar de brotes verdes, salida del túnel y tópicos similares en términos de macroeconomía no es otra cosa que un ejercicio de hipocresía en busca de una rentabilidad política que roza la obscenidad. Medio mundo anuncia con cifras incontestables el comienzo del fin de la crisis. Sin embargo, la economía vasca, en gran parte por su estructural interdependencia de la española, todavía tiene por delante un duro camino por recorrer. Un camino que muchos tendrán que transitar descalzos.

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