Iñaki LEKUONA | Periodista
Policías víctimas del productismo
Las paredes del centro de retención de Hendaia no pueden hablar, pero Zhou Yu, un chino que lleva diez años en la patria de los Derechos Humanos trabajando de intérprete, ha podido traducir la injusticia que transpiran sus muros. Ha podido contar cómo fue detenido cuando trataba de llegar a Donostia con la idea de terminar un libro sobre gastronomía que planea publicar en China. Sin papeles, porque no tiene un trabajo asalariado, el traductor se convirtió en un número, uno más de los miles que debían ser expulsados según la política de cuotas implantada por Nicolas Sarkozy. Pero a veces sucede que la suerte sonríe al desgraciado y Zhou Yu, a punto de ser embarcado en un avión de regreso a Pekín, acaba de ser borrado de la lista. La presión de sus amigos ha podido con la política del productivismo policial.
Una política de la que se han quejado hasta los propios policías, que han salido en manifestación para denunciar que la práctica de cuotas es un gran despropósito. Por ejemplo, no sale rentable acabar con las redes de tráfico de sin papeles; al contrario, interesa que lleguen extranjeros en situación irregular para poder repatriarlos luego y conseguir así las primas por cuota de expulsiones. O para qué desmantelar las grandes mafias de drogas si al final la prima se cobra igual por detener a alguien fumando un peta. O para qué registrar las denuncias por violencia machista si con un simple atestado basta, evitando así que las estadísticas muestren un aumento de estas agresiones.
Y claro, los policías sienten que se les pierde el respeto. Comprenden que ellos también son víctimas del productivismo. De frotarse los ojos y pellizcarse.
Una política de la que se han quejado hasta los propios policías, que han salido en manifestación para denunciar que la práctica de cuotas es un gran despropósito. Por ejemplo, no sale rentable acabar con las redes de tráfico de sin papeles; al contrario, interesa que lleguen extranjeros en situación irregular para poder repatriarlos luego y conseguir así las primas por cuota de expulsiones. O para qué desmantelar las grandes mafias de drogas si al final la prima se cobra igual por detener a alguien fumando un peta. O para qué registrar las denuncias por violencia machista si con un simple atestado basta, evitando así que las estadísticas muestren un aumento de estas agresiones.
Y claro, los policías sienten que se les pierde el respeto. Comprenden que ellos también son víctimas del productivismo. De frotarse los ojos y pellizcarse.