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DURANGOKO AZOKA

Euskal Denda, un refugio donde la artesanía tradicional mantiene la vigencia

Los objetos artesanales que un día fueron de uso cotidiano pueden seguir teniendo vigencia hoy. Así lo lleva reivindicando Euskal Denda durante catorce años y así se puede volver a ver estos días en la Plaza del Mercado de Durango. El encuentro de cestería que se celebra ahora permite asimismo conocer labores de Galiza, Catalunya y Euskal Herria. Una apuesta completa que lucha año tras año por mantener vivo y por valorar el gremio de artesanos.

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Itziar AMESTOY |

Un paseo por los puestos de la Euskal Denda permite alegrar la vista y, en ocasiones, el olfato, con una muestra plural del trabajo del sector artesanal de Euskal Herria. Permite a la vez dar un salto años atrás y observar objetos que fueron de uso cotidiano pero que, como pretende defender esta iniciativa, siguen estando vigentes en la actualidad. Incluso pueden ser resideñados con metodologías actuales para no quedar obsoletos. Así, argizaiolas, trajes tradicionales o todo tipo de objetos de cuero y madera recobran actualidad los días que dura la Azoka.

Este año, la principal novedad de esta cita es el encuentro de cestería que han organizado los mismos responsables de la Euskal Denda; es decir, los miembros de Arbaso, la asociación para el fomento de la artesanía tradicional de Euskal Herria. Como reflejo de la unión entre pueblos que engloba el concepto Galeusca, está tan aceptado cestaría, como otzaragile o cistelleria. Una panorámica, al fin y al cabo, de la cestería en Galiza, Euskal Herria y Catalunya. Para ello, además de presentar muestras de cada lugar, han viajado hasta Durango María Jesús Labrador desde Ourense y Joan Farré desde Barcelona. Para completar el trío, como anfitrión ejerce Juan Unzueta. Ha sido precisamente a él a quien han otorgado este año el premio Toda Una Vida dedicada, en el caso de Unzueta, a la cestería. Y fue ésta decisión -la de premiar al artesano de Durango- la que derivó en el encuentro, según explica el miembro de Arbaso Bernat Vidal.

Para completarlo, además de la exposición también se puede observar en directo cómo elaboran las cestas y Joan, el cestero de Catalunya, ofrece talleres para los niños y niñas. Resultan ilustrativas, a su vez, las fotografías antiguas que se pueden ver junto a los ejemplares. Permiten ver, siguiendo la filosofía de la Azoka que explica entusiasmado Vidal, cómo los objetos que vemos delante fueron de uso cotidiano hace unos años y cómo siguen siendo prácticos.

Otra de las iniciativas que favorecen el buen ambiente es la de «El artesano despistado». Con este concurso, el público tiene que buscar una pieza que, traviesa ella, ha huido del puesto del artesano que la ha elaborado para camuflarse en otro. El que lo encuentre opta a un vale de compra de 30 euros. Al final del mercado, además, un puesto de talos ayuda a calmar el estómago y poder disfrutar con calma de cada uno de los mundos artesanales.

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