Spike Jonze va más allá de la literatura infantil y explora nuevas vías
«Donde viven los monstruos»
Es la película que puede cambiar el cine para niños hecho a partir de la adaptación de clásicos de la literatura infantil. Spike Jonze aplica los modos del cine independiente a una producción de un gran estudio con el apoyo de Maurice Sendak, el autor de este cuento que se sale de la norma y profundiza en las emociones y en los miedos de un niño de nueve años. El experimento es todo un reto para el espectador, ya sea menor de edad o un adulto con formación.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
El panorama del cine infantil ya no va a volver a ser el mismo después de «Donde viven los monstruos», una película que va a marcar época, independientemente de que pueda gustar más o menos. Spike Jonze ha arriesgado mucho, así que es normal que su experimento no resulte del agrado de todo el mundo. Los primeros pases de prueba fueron un dolor para los ejecutivos de la Warner, que veían como los niños se asustaban ante algo que no habían conocido antes y que no forma parte del sobreprotegido entorno cultural dispuesto para ellos por sus padres. Entre los adultos las reacciones han sido también de lo más variadas, pero el posicionamiento mayoritario es el de proclamar que no se trata de una película infantil.
Sobre ese punto habría mucho que discutir, porque hace falta un ejercicio de regresión a la niñez para saber de verdad el tipo de película que nos hubiera gustado ver en una de aquellas sesiones infantiles de los cines locales. Spike Jonze personifica ese tipo de regresión individual en los aspectos de la realización, ya que su método consiste en ponerse en el lugar de un niño de nueve años que hace su propia película. Todo ello va asociado a la creencia de que lo que realmente te impresiona siendo niño te marca luego para el resto de la vida.
Cuando se publicó el cuento original de Maurice Sendak en 1963, fue recibido todavía mucho peor que su actual adaptación cinematográfica, siendo considerado como un texto poco menos que subversivo. Hasta entonces los relatos infantiles se caracterizaban por su carácter aleccionador y ejemplarizante, habiendo de incluir siempre alguna clase de moraleja. En cambio, la aventura que protagonizaba el pequeño Max era un acto de rebeldía, sin que su madre pudiera controlarlo ejerciendo el principio de autoridad. Resultaba muy realista para su época, al expresar las pataletas de los niños como la manera de enfrentarse a los mayores, los cuales no suelen disponer del tiempo y la dedicación suficientes para intentar comprender la naturaleza o el origen de la rabieta en cuestión. Lo que hace Max es huir introspectivamente, dando rienda suelta a su imaginación para refugiarse en algún lugar inexplorado de la mente. Crea sus propios monstruos interiores y convive con ellos, y así libera las emociones reprimidas en el ámbito doméstico. Lo que en el título original en inglés se define como «Wild Things» son las cosas salvajes que crea el instinto, son las emociones innatas que toman cuerpo en forma de terroríficos peluches gigantes.
Miedos interiores
«Donde viven los monstruos» no es una película convencional, precisamente porque habla de las emociones y los miedos interiores que definen a la persona, al niño que todos llevamos dentro. No tiene un desarrollo dramático ni nada que se le parezca, sino que funciona por estímulos sensoriales. Spike Jonze no ha añadido narración al breve cuento compuesto por unas pocas frases y las correspondientes ilustraciones, limitándose a dejar que Max y sus monstruos interactúen, jueguen y se pierdan por los recovecos de los laberintos psicológicos entre sueños y pesadillas.
Es una reinterpretación básica de lo que ya estaba contenido en aquel mínimo relato, igual de inquietante y misterioso. Este largometraje de cien minutos no es menos fiel que el sencillo cortometraje de animación homónimo realizado por Gene Deitch en 1973 y disponible en YouTube.
Los monstruos diseñados por Spike Jonze ya están creando tendencia, sobre todo en la publicidad, y en televisión se puede ver un anuncio con un gigantesco peluche muy similar que a duras penas entra en el coche de la familia del niño al que sigue los pasos torpemente. Quiere esto decir que para el día de hoy viernes, día 18, en que se estrena «Donde viven los monstruos», sus criaturas ya pertenecen al imaginario popular, por más grotescas o incomprensibles que pudieran parecer en un principio. El que su imagen haya acabado siendo tan influyente se debe a la naturalidad que desprenden en última instancia. Spike Jonze no quería unos monstruos generados por ordenador, para que cuando se abrazarán con el pequeño Max fueran unos seres cercanos.
Es por ello que utilizó a intérpretes de carne y hueso enfundados en enormes disfraces peludos. Cuando corren o saltan juntos todo resulta lúdico, gracias a que el cineasta sigue sus movimientos cámara en mano y no pierde la perspectiva real.
Parecidos a los Fraggle
Se nota que los muñecos han sido creados por la compañía de Jim Henson, debido a lo mucho que recuerdan a los que hicieron para la teleserie «Fraggle Rock», concretamente a los divertidos y entrañables Goris. La obsesión verista va todavía más lejos, porque durante el rodaje el equipo de la película vio la película de John Cassavetes «Husbands», recomendada por la actriz Catherine Keener, a fin de conseguir esos diálogos tan directos, en los que todo el mundo habla a la vez pero de modo que se les entiende.
Respecto a las voces hubo un trabajo previo de preproducción, con intérpretes conocidos que se encargaron de dar rasgos diferenciadores a los monstruos por medio de la palabra. Además de a la mencionada Catherine Keener, en la versión original se puede escuchar a James Gandolfini, Forest Whitaker, Chris Cooper, Paul Dano o Mark Ruffalo. Lo que sí está digitalizado son las expresiones faciales, lo mismo que las piruetas y malabarismos, imposibles de ejecutar por un doble con un traje tan pesado e incómodo encima.
Otro aspecto que otorga a «Donde viven los monstruos» una aureola especialmente indie es su banda sonora. Aunque la música incidental corre a cargo de Carter Burwell , compositor habitual de las películas de los hermanos Coen y de las dos anteriores de Spike Jonze, el protagonismo musical recae de lleno en las canciones.
Tan vital cometido ha sido confiado a Karen Orzolek, más conocida como Karen O. La cantante del grupo Yeah Yeah Yeahs interpreta una serie de melodías juguetonas, que, en lugar de emplear coros de niños bien armonizados, introduce en esta ocasión voces infantiles con gritos y otras manifestaciones espontáneas. De ahí que los avances o trailers de la película funcionen por separado como perfectos videocclips.
Antes de que Spike Jonze dirigiera su ópera prima, «Como ser John Malkovich», ya tuvo un primer contacto con el escritor Maurice Sendak. En 1995 se barajó la posibilidad de adaptar para el cine su cuento «Harold y el lápiz color morado», pero el futuro cineasta carecía entonces de la experiencia necesaria para llevar a cabo un proyecto producido por un gran estudio. A Sendak le gustaron tanto las ideas del joven realizador que siempre le apoyó para que fuera el encargado de llevar a la pantalla «Donde viven los monstruos». Como así ha sido finalmente, siete años después de que realizara su segundo largometraje «Adaptation». Por el contrario, los intentos sucesivos de la Disney y de Universal, respectivamente encargados a John Lasseter («Toy Story») y Eric Goldberg («Pocahontas»), no contaron con la aprobación del autor. Todos querían hacer una versión animada, menos Jonze, que siempre creyó en la imagen real. Pese a que en la actualidad Sendak tiene 81 años, 41 más que su adaptador, se entienden a la perfección y comparten el mismo espíritu rebelde por encima de las diferencias generacionales.
Los muñecos de la película han sido creados por la compañía de Jim Henson, la misma que trabajara para la serie de televisión «Fraggle Rock», hecho que se refleja por el parecido de los monstruos con los divertidos Goris de aquella serie.
Dirección: Spike Jonze.
Guión: Jonze y David Eggers.
Intérpretes: Max Records, Catherine Keener, James Gandolfini, Forest Whitaker.
País: EE.UU., 2009.
Duración: 101 minutos.
Género: Fantástico.