El Parlament catalán abre la puerta a prohibir las corridas de toros
El Parlament de Catalunya dio ayer el visto bueno a la tramitación de la Iniciativa Legislativa Popular que, con el respaldo de 180.000 firmas de la ciudadanía, reclama la prohibición de las corridas de toros en el Principat. PP y Ciutadans presentaron dos enmiendas a la totalidad, que fueron apoyadas por algunos diputados de PSC y CiU gracias al voto secreto, pero resultaron insuficientes para impedir que el trámite siga adelante.Laia ALTARRIBA i PIGUILLEM |
Con gran satisfacción para sus impulsores, ayer se aprobaba en el Parlament de Catalunya una ILP (Iniciativa Legislativa Popular) para impedir la celebración de corridas de toros. Sus impulsores habían recogido hasta 180.000 firmas, muy por encima de las 50.000 requeridas. Y la mayoría de diputados del Hemiciclo catalán apoyó admitir la iniciativa a trámite para que pueda convertirse en ley.
El resultado que tumbó las enmiendas a la totalidad presentadas para evitar que se iniciara el debate sobre la prohibición mostró la división de opiniones que existe en la Cámara: 59 votos a favor de las enmiendas, 67 en contra y cinco abstenciones. Se ha abierto, pues, la puerta al debate en los términos que propone la ILP. Si prospera, significará el cierre definitivo de las pocas plazas de toros que quedan en Catalunya.
Voto secreto
Que los posicionamientos en el debate sobre la tauromaquia son complejos lo demostró la votación secreta que se realizó, pues los grandes grupos prefirieron no generar discusiones internas y dar libertad de voto.
Hubo, pues, tres bloques en la votación: PP y Ciutadans presentaron una enmienda a la totalidad contra la aceptación de la ILP; ERC e ICV rechazaron la enmienda para que se pueda iniciar el debate, mientras que una mayoría de diputados de CiU y PSC rechazaron la enmienda, pero unos cuantos parlamentarios de estas dos formaciones la pudieron apoyar, ya que ayer el voto fue secreto.
Seguro que la decisión habrá preocupado a las asociaciones del sector taurino, aunque ayer se mostraron tranquilas y aseguraron a los medios que «todavía queda mucho partido».
Luis María Gisbert, presidente de la Federación Taurina de Barcelona, con los resultados de la votación celebraba que «la diferencia de votos ha sido muy justa y esto es lo que nos hace pensar y confiar que los toros en Catalunya perdurarán».
Pero no ha faltado quien, desde el colectivo de los defensores de las corridas de toros, ha querido interpretar la ILP y la votación como el resultado de los «intereses separatistas catalanes», según destacó el criador Victorino Martín.
Dos son los elementos que explican el alto número de firmas recogidas en contra de las corridas: de un lado está el rechazo a que se utilice la muerte de un animal como espectáculo; de otro lado, la imagen del toreo vinculada a la españolidad. Si bien es cierto que las corridas fueron muy populares en la Barcelona del primer tercio del siglo veinte, el régimen franquista las convirtió en uno de sus símbolos, lo que contribuyó a aumentar el rechazo a la llamada «Fiesta Nacional», española, en el seno de la sociedad catalana.
La satisfacción de los impulsores de la ILP es lógica, si se tiene en cuenta el hecho de que la última iniciativa ciudadana que se presentó en el Parlament no fructificó. Aquella pedía la prohibición de los transgénicos.
La decisión del Parlament catalán no es la primera que se toma en contra de las corridas de toros en el ámbito autonómico del Estado español. Así, el Parlamento de Canarias aprobó una ley en 1991, que eliminaba la tauromaquia del archipiélago, aunque el objetivo principal de la norma era actuar contra las peleas de gallos y perros, mucho más arraigadas que los toros en las islas.
Aunque la competencia sobre los festejos taurinos corresponde a los ejecutivos autonómicos, unos ayuntamientos han declarado a sus municipios como contrarios a las corridas. Aunque no tienen poder legal, las decisiones municipales pueden suponer la práctica desaparición de los festejos, ya que muchas plazas son de titularidad municipal y las ferias suelen ser habitualmente deficitarias, por lo que precisan de subvenciones públicas para continuar celebrándose. En otras palabras, si los ayuntamientos dejan de poner dinero, las corridas de toros no se celebran porque no se pueden financiar exclusivamente con el dinero de la taquilla.
El Ayuntamiento de Barcelona tomó una iniciativa en este sentido en abril de 2004, cuando se declaró ciudad antitaurina, después de que la iniciativa popular recogiese 245.000 firmas en este sentido. Sin embargo, el retorno a los ruedos de José Tomás ha conseguido llenar la Monumental de Barcelona, un coso que languidecía. La otra plaza barcelonesa, las Arenas, pasó a mejor vida.
Los parlamentos de Venezuela, México, Perú, Ecuador y Colombia también han tratado la abolición de la tauromaquia. GARA