Análisis | Elecciones a la presidencia chilena
La derecha, a un paso de recuperar el poder en Chile
Es previsible que tanto Sebastián Piñera como Eduardo Frei ofrezcan el cielo y la tierra a Enríquez- Ominami a cambio de su apoyo para la segunda vuelta, pero éste aseguró serán sus votantes quienes decidan
Beñat ZALDUA Periodista
Después de la clara victoria de la derecha, representada por el multimillonario Sebastián Piñera, el autor valora las diferentes posibilidades que se abren de cara a la segunda ronda de los comicios presidenciales, prevista para el 17 de enero.
La primera vuelta de las elecciones chilenas dejó como claro vencedor a la derecha y su candidato, el empresario Sebastián Piñera, quien tendrá que medirse en una segunda vuelta, el 17 de enero, ante el candidato de la coalición gubernamental de la Concertación, el ex presidente Eduardo Frei.
La izquierda reunida en torno a Jorge Arrate, de la coalición Juntos Podemos-Frente Amplio, no obtuvo un gran resultado en las presidenciales pero el Partido Comunista logró regresar con tres escaños al Parlamento después de 36 años de ausencia. El sistema binominal del dictador Augusto Pinochet, que favorece el equilibrio bipartidista, había condenado al ostracismo parlamentario al PC, pero este año, gracias a un acuerdo con la Concertación, vuelve a tener asientos propios en la Cámara Baja. El pacto consistió en que la Concertación no presentara candidatos en cuatro circunscripciones y que el PC aprovechase para hacer campaña en dichos lugares. La jugada les salió bien. Consiguieron un diputado más de lo previsto y ahora pueden vender más caro su apoyo a Frei.
Pero de quien todo el mundo está pendiente es de Marco Enríquez-Ominami, cuyos votos decidirán quién presidirá Chile durante el bicentenario. ME-O, como se le llama en los medios, es un ex diputado del Partido Socialista, descontento con la Concertación. Como no le dejaron presentarse en las primarias de la coalición, presentó una candidatura independiente. Blandiendo la bandera del cambio, atrajo los votos de muchos desencantados de la Concertación y de la política en general, recabando un 20,12% del apoyo.
Es previsible que tanto Piñera como Frei ofrezcan el cielo y la tierra a Ominami, a cambio de su apoyo para la segunda vuelta, pero éste aseguró que será cada uno de sus votantes quien decida a quién apoyar. Eso sí, criticó con más fuerza a la derecha que a la Concertación.
Los jefes de campaña de Piñera aseguran que el voto a Ominami es un voto a favor del cambio, por lo que en la segunda vuelta irán a parar a Piñera. Según este cálculo, la derecha superaría el 60% de los votos y podría gobernar sin problema. Sin embargo, el bando concertacionista asegura que el voto a Ominami es un voto progresista y que apoyará masivamente a Frei en la segunda vuelta, abriendo la puerta al triunfo de la Concertación. El problema de estos dos cálculos es que los dos son ciertos, ya que ME-O consiguió sus apoyos a base de prometer una renovación política dirigida desde un progresismo a veces cercano al populismo.
Según los analistas, la mayor parte de los votos de ME-O irán a las urnas de la Concertación. Sin embargo, los casi 15 puntos de diferencia entre Frei y Piñera, hacen muy difícil la elección del primero, ya que tendría que conseguir todos los votos de Ominami, y hay mucha gente que preferirá votar nulo antes que votar por la coalición gubernamental, a la que acusan de corrupción y anquilosamiento tras 20 años en el poder.
Las estrategias se perfilarán entorno a los temas que les hagan ganar los votos de Ominami. Por lo tanto, Piñera potenciará su imagen de hombre de cambio y renovación, y Frei intentará polarizar la elección entre la derecha y el centro un poco más progresista.
Pero la Concertación se guarda un as bajo la manga y es la participación del Gobierno y de la propia presidenta, Michelle Bachelet, en la campaña. Bachelet es la presidenta con la popularidad más alta en la historia de Chile y la gente la percibe como alguien muy cercano. «La gran mamá de Chile», explica un chileno. La presidenta y el Gobierno se mantuvieron en un segundo plano hasta ahora, y Frei no consiguió adueñarse ni de un poco de la popularidad y carisma de Bachelet.
Para la segunda vuelta se prevé un gran desembarco de gente del Gobierno a la campaña, ya que después de un Gobierno tan popular, Bachelet no quiere pasar a la historia como la mandataria que entregó la banda presidencial a la derecha.
El resultado promete ser ajustado. Pero todos coinciden en que, gracias a su gran ventaja, el favorito es Piñera. De su victoria se teme la gran concentración de poder que tendrá la derecha, ya que al poder económico y de comunicación que ya dominan, se le unirá el político. Por otro lado, en muchos círculos de izquierda se comenta que el regreso de la derecha al poder es también una oportunidad para movilizar a la sociedad civil.
Una maestra que fue prisionera y torturada durante la dictadura recuerda los tiempos de Pinochet con rabia y miedo, pero también con cierta nostalgia: «Al principio había mucho temor, pero conforme nos lo quitamos, comenzamos a organizarnos; fue maravilloso, todos los ciudadanos estaban comprometidos y los movimientos sociales tenían mucha fuerza. Hoy no hay nada de eso, no vivimos mucho mejor, pero nos acomodamos». Esta maestra, como mucha gente en Chile, espera que si la derecha recupera el poder, sirva para que la izquierda encuentre su propio norte y la población se vuelva a organizar para reclamar otro Chile.