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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Síntomas de españoleo

Hoy, a buen seguro, hablarán de ese anuncio apocalíptico de Alfredo Pérez Rubalcaba, pero ayer seguían dando la matraca con el discurso borbónico en ETB. Está claro que la innovación no es lo suyo.

Chelo Aparicio en «Estrella Digital» insistía en los argumentos publicitarios de unionismo encantado. Se felicitaba por «un insólito 24,4% de cuota de pantalla, que batió records de audiencia tanto en Euskadi como en toda España». Ese dato engañoso, según Aparicio, «refleja el fiasco» de quienes se oponían a su emisión. Y volvía a la carga: «El `share' alcanzado dobla el 13'5% de la audiencia de ETB y ha superado a los programas más vistos. Sólo el fútbol ha hecho sombra al Rey en la ETB-2». Pasaba por alto el detalle: El `share' sólo evalúa el porcentaje sobre los que están viendo la tele. O sea, si hubiera habido 100 teleespectadores, sólo 24 vascos (y pico) hubieran atendido el vibrante discurso. ¡Qué chasco!

Y tocaba también hacer la pelota a los amigos: «Alberto Surio, director general de EiTB, acertó en las previsiones. Defendió la pluralidad y la `normalidad' institucional y se centró en quitar sentido a las polémicas por la decisión». ETB y `pluralismo' no parecen términos muy compatibles, la verdad.

La columnista se muestra, sin embargo, confusa: «En el País Vasco suceden cosas extrañas. La emisión del mensaje del monarca, cuestionada por todos los partidos nacionalistas, dispara las audiencias, y el Euskobarómetro de noviembre ofrece el suspenso de los vascos al nuevo Gobierno de cambio, con una desafección del 71 por ciento (...). Por el contrario, es creciente la aceptación de la legitimidad del Partido Popular». Lo más claro sería preguntarnos a las vascas y a los vascos. Pero a todos y no a los que elige Paco Llera.

Y, la guinda: para explicar el sentimiento españolísimo de la población vasca, en lugar de preguntar, exhibe datos tan serios como el que sigue: «la masiva afluencia de los vascos a las playas de Levante o Andalucía». O sea que los alemanes y las suecas también son españolísimos. Está claro que no sólo es la innovación lo que se les da mal, sino las ciencias y las letras en general. ¡Qué gente, señor, señor!

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