Los miraba con detenimiento y veía la sombra que les hacía visibles, un cuerpo opaco detrás de esos cuerpos fantasmales de los señores de la porra y la intoxicación tosca. Colocados Rodolfo Ares y Alfredo Pérez Rubalcaba en el mismo plano televisivo, ni en los plasmas más panorámicos se pueden asumir sin que te entre un ataque de risa tonta. Son dos seres malignos, con muy malas ideas, pero cuando se aburren se convierten en los cómicos del arresto, la represión y las bobadas solemnes. La telegenia no la pueden comprar, por ello hablan para perpetuarse en el desvarío, una especie de búsqueda de la notoriedad al precio que sea, aunque sea creando alarma universal.

Entre los argentinos se dice. «se ha acabado el mate. Pues cojamos (en la más brillante de las acepciones del verbo)». Pues Rodolfo y Alfredo, sin la yerbamate se dedican a joder, que es diferente. Pero lo delirante es que si ellos saben que cuando no tienen nada que hacer, en vez de matar moscas con el rabo, hacen alguna razzia de detenciones, ahora se les ha ocurrido (hay que meditar sobre el escenario y la hora de las declaraciones y hasta del brillo de los ojillos), convertirse no solamente en etólogos privilegiados rodeados de guionistas múltiples, sino en la bruja Lola de ETA.

Están nerviosos, aburridos, han perdido protagonismo y solamente saben utilizar el dolor ajeno para ganarse sus minutillos de la basura y de paso apartan los focos del desastre económico que encarna ZP y su coro.

Lo bueno es que si uno presta atención a las teles, el supuesto secuestro ya se ha producido, porque a estas cosas se apuntan con fe ciega. No se sabe interpretar lo que es un delirio, de lo que es un aviso o una alerta. El terrorismo, así en abstracto, es un buen negocio. Obama ya ha colocado a dos países más en el eje del mal, ya ha pegado su puñetazo en la mesa para crear la paranoia global, y estos dos irresponsables políticos, se han apuntado al carro arrimando el ascua a su sardinilla podrida. Las sombras sobre estos dos cuerpos no son alargadas, porque son ellos mismos las propia sombras, lo otro son dos avatares sombreados. ¿Se puede enseñar la noción de ridículo?