Jorge Nagore 2009/12/27
Bucanero
Diario de Noticias
Una de las empresas del presidente de la patronal -que suena mejor que ese eufemismo de la CEOE- estuvo vendiendo billetes de avión hasta pocos minutos antes de que un juez británico obligara a cerrar la compañía aérea por impagos reiterados a un banco. Los billetes los compraban personas con ahorros quizá de años que servían para pagar por un trozo de papel que ya no valía nada unas horas después, si acaso el recurso al pataleo. A esto los defensores acérrimos del libre mercado caiga quien caiga le llaman libertad, yo le llamo desvergüenza, apropiación indebida, hurto y desfachatez. En muchos casos, el o la que físicamente vendía el billete llevaba seis o siete meses sin cobrar. Ante esta situación (...) es raro que ningún juez -mucho menos español- decida cerrar una compañía. Las empresas sólo se cierran si hay bancos acreedores de por medio, eso ya lo conocemos muy bien. No hay ninguna ley o decreto que obligue a una empresa a pagar los sueldos de sus trabajadores pase lo que pase y que estos no sean los primeros y casi los únicos paganos de una mala gestión o, como también puede suceder, de una serie de circunstancias que pueden afectar incluso al empresario más avispado y laborioso. Aquí el último mono sigue siendo el de siempre, incluido ese incauto que va a comprar su billete y al que nadie avisa de que a miles de kilómetros de distancia un inglés está a punto de joderle el viaje. Éste, el que permitió vender billetes hasta minutos antes de que le cerraran el agujero, es el principal representante de los empresarios españoles. Hoy comerá y cenará caliente y dormirá bajo techo y en su cama.