A punto estuvo de aparecer ayer en Irun la magia de la Navidad para darle una importantísima victoria a un Real Unión necesitado de puntos para salir de la zona de descenso.

El Unión dominó el encuentro a su placer a partir del minuto diez de juego. En tareas defensivas, los más adelantados -Brit y Goikoetxea- eran los primeros jugadores en presionar. En el centro del campo, Beobide y Aitor Sanz se encargaban de cortar balones y de dirigir el juego en ataque. Las ocasiones se sucedían una tras otra, pero la falta de gol quedó al descubierto una vez más.

Así las cosas, esa frase que dice «recibes más de lo que das» se hizo realidad más que nunca, ya que, a pesar de llevar el mando del encuentro, al Salamanca se le ponía todo de cara con el gol marcado por Sevilla en el minuto 60. Los visitantes aprovechaban una pérdida de balón de Aitor Sanz en el centro del campo para crear un desbarajuste dentro del área defendida por Otermin y finalizar en gol.

Ese primer obsequio se agrandó con la expulsión de Juan Domínguez por doble tarjeta amarilla a falta de 26 minutos para el final. Los locales se vinieron abajo y el Salamanca ofreció su mejor versión futbolística a partir de ese momento.

Casi se cumple la gesta

A pesar del trascurso del primer encuentro de 2010, el año nuevo tenía un hermoso regalo esperando en Gal. Un obsequio de esos que no se pueden tocar pero que a más de uno le envuelve de felicidad. La persona encargada de entregar la donación fue Murillo que, tras una cesión aparentemente sin problemas a su portero, provocó el empate, con un Goiko que aprovechó el despeje al palo para marcar a placer.

Más de un aficionado irundarra estaba ya pensando en esa magia navideña que podría darle a su equipo la tan ansiada victoria. La estrella de Oriente, convertida en fugaz, pasó en ese instante por el cielo de Irun para conceder un deseo. El único que la vio, Goikoetxea, escogió mal su capricho y envió el balón al cuerpo del guardameta rival en los últimos instantes del encuentro.

Además del empate final logrado cuando todo estaba en contra de los irundarras, la buena noticia la dio Eneko Romo, que volvió a pisar el terreno de juego después de haber permanecido lesionado desde setiembre a causa de una rotura de menisco en su rodilla izquierda que se produjo en el partido frente al Girona. El centrocampista revolucionó el partido nada más salir, pero las estrellas fugaces sólo pasan de vez en cuando y si no se aprovechan difícil será salir del agujero.