Hace un año, Patxi López, como buen socialista monárquico, redactó su habitual carta a los reyes magos. Quiero ser lendacari, escribió. Y sus altezas, que para eso son magas, viajaron en sus dromedarios noche y día sin descanso para hacer cumplir ese su sueño. Tras el largo viaje, una vez reconocido el terreno, sus sabias majestades decidieron que lo mejor era hacer desaparecer de las urnas un centenar de miles de votos, o lo que es lo mismo, despojar de sus derechos fundamentales a un centenar de miles de personas, que es algo que está muy bien, porque si no lo estuviera, los reyes magos no se les hubiera ocurrido, que de todos es conocida su bondad, sobretodo la de Baltasar.

Meses más tarde, entronizado en el sillón de Lehendakaritza, Patxi López ha lanzado un mensaje de fin de año que quedará grabado siempre para la Historia del cinismo: «Los Gobiernos democráticos no son sólo para los votantes que los han elegido, sino para todos los ciudadanos y ciudadanas».

Quién sabe si fueron esos mismos reyes quienes, maravillados por la magia de Internet, decidieron montar en 1998 en París una empresa de envío de postales de felicitación electrónicas. En estos años, esta firma de nombre Dromadaire se ha convertido en líder del sector. Hay incluso un mensaje «vasco». No faltan lauburus, ni txapela, ni pimientos de Ezpeleta, ni jamón de Baiona, ni pastor, ni ovejas, ni queso, ni pañuelico rojo, ni toro... Aunque todo queda ensombrecido por la música de fondo: un pasodoble entonado con trompetas de coso taurino y animado con unos emocionados olés. Conmovedor. A este gobierno de pandereta le viene que ni pintado. De rojigualda. Soriónac eta úrte berrión.