Mal deben sentir las cosas los del nacionalismo español para que se alcen voces tratando de demostrar la unidad perenne de la nación que idearon Isabel y Fernando... ¡con la lotería como argumento!

Santiago Abascal, que fuera importante dirigente del PP en Araba, preside la fundación Denaes (Defensa de la Nación Española) en cuyo boletín leíamos ayer perlas como las que aquí transcribo: «¿Podría encontrarse mayor símbolo de la unidad de la Nación Española? ¿Acaso en las Comunidades Autónomas con ínfulas de nación se ha dejado de jugar y retransmitir este Sorteo que nació en tan gloriosa ocasión?». El argumento es de peso, la verdad sea dicha.

Los de Abascal se muestran preocupados: «Ahora que parece que se quiere acabar con aquellas instituciones representativas de nuestra nación, léase la fiesta nacional, sin embargo las hay de larga tradición con las que los separatistas no parecen tener problema». O sea, lotería y corridas de toros. ¡Vaya señas de identidad más birriosas!

Y nos recuerdan su historia: «Tuvo lugar en Cádiz, el día 4 de marzo de 1812, el primer sorteo. Avanzando por el territorio nacional según se iban retirando los ejércitos napoleónicos, finalmente se celebró en Madrid el 28 de febrero de 1814, desde entonces sede de la `Lotería Nacional de Billetes'».

Pero a la vista de la debilidad de esa nación que defienden con uñas y dientes, pasan la consigna: «Conviene que recobremos fuerzas simplemente constatando la incoherencia entre las preocupaciones que aquejan a nuestros políticos en los parlamentos autonómicos y los desvelos con los que ayer muchos de nuestros compatriotas siguieron el Sorteo Extraordinario de Navidad». Pues el premio gordo de «El Niño» se lo llevó Hacienda.

Lo que está claro es que lo que nos hace españolas no es ni siquiera el DNI con la rojigualda sino el décimo que comparto con una compañera del alma.

El final no se lo pierdan: «Desde la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española celebramos la pervivencia de esta centenaria tradición, prueba, entre otras, de las muchas ocasiones en que los españoles no reniegan de lo que son». Son tan graciosos...