Su progresión en categorías inferiores, su fichaje por el Liverpool o los esfuerzos que realizó el Athletic para que regresase a Bilbo dejaban poco lugar a dudas, Mikel San José es, o al menos puede llegar a ser, un jugador de categoría.

Sus primeros pasos con el equipo rojiblanco, sin embargo, comenzaron a dibujar una incógnita sobre su nombre. Fuera del equipo, e incluso de las convocatorias, hasta las teorías «conspiranoicas» empezaban a abrirse paso para intentar explicar una situación, cierto es, llamativa. No en vano uno de los jugadores por los que más se había peleado, se veía condenado a seguir los partidos desde la grada.

Hasta el pasado tres de diciembre, cuando las lesiones de Aitor Ocio y Ustaritz le permitieron entrar en el once en Viena, su aportación se había reducido a disputar los minutos de la basura frente al Austria en San Mamés y en el choque liguero de Santander. Ha pasado poco más de un mes de la goleada frente al Austria, a la que el central contribuyó con uno de los tantos, pero su situación ha experimentado un giro radical: desde entonces no se ha perdido un solo minuto de competición. Valencia, Zaragoza -que se llevó otro gol del navarro-, Osasuna y Mallorca en Liga y Werder Bremen en Europa League se han encontrado a San José enfrente. Y si no hay sorpresa de por medio, también lo hará mañana el Málaga. Con el valor añadido, tanto en La Rosaleda como en el Ono Estadi, de que esta vez Joaquín Caparrós tiene dónde elegir, con Ustaritz y Xabi Etxeita -el principal damnificado por la irrupción de San José- a su disposición.

El nuevo status del navarro ha sorprendido a muchos, pero no al propio central, que asegura que nunca, pese a la situación que afrontó en sus primeros meses en Bilbo, ha tenido dudas sobre su capacidad. «No he dudado en ningún momento. Confío en mí mismo y sabía que en cuanto llegara la oportunidad, la iba a aprovechar. Por suerte, ha sido así», aseguró ayer, aunque reconoció que los minutos sobre el césped han contribuído considerablemente a mejorar su aspecto anímico. «Sobre todo te da confianza. Después de haber estado un tiempo sin jugar, que entres por lesión de un jugador y que cuando se recupere sigas jugando, te da mucha confianza», admitió.

Lo que no tiene tan claro el jugador es la importancia de los famosos cinco kilos a los que se refirió Joaquín Caparrós tras el triunfo en La Romareda. Admite el jugador que esa mayor potencia debe notarse forzosamente en su rendimiento, pero no cree que la báscula explique su presencia continuada en los planes del técnico. «Yo creo que me habrá venido bien, pero no creo que sea la causa por la que ahora estoy jugando. Creo que empecé a jugar por causas a ajenas a eso, por la desgracia de una lesión de un compañero, y creo que ese tema no tiene nada que ver», aseguró.

El futuro

Con más o menos músculo, San José también tiene claro por dónde pasan sus planes inmediatos. «Me gustaría ganarme el puesto desde ahora y hasta que acabe la Liga». A partir de ahí, cuando las tres partes implicadas deban decidir si su futuro se tiñe de rojiblanco o sólo de red, «ya se verá».

De cara a un futuro más próximo todavía, el objetivo no sorprende a nadie y pasa por sumar los tres puntos en Málaga. Algo que los rojiblancos buscarán sin complejos, pese al tropiezo de Mallorca. «Fue un accidente -zanjó San José-, en algún momento nos tenía que salir un partido peor. Pero fuera de casa estamos haciendo buenos partidos y estamos siendo un equipo muy sólido y difícil de superar. Es el camino a seguir».

Un camino en el que sigue trabajando el Athletic, ya con Fernando Amorebieta y Joseba Etxeberria a pleno rendimiento. Joaquín Caparrós dirige hoy en Lezama (10.30) la última sesión de la semana, tras la que el equipo viajará a Málaga.