Resulta paradójico que la mayoría de los ataques armados perpetrados por los disidentes irlandeses hayan sido contra objetivos que, según sus propias reivindicaciones, no son el principal obstáculo para la libertad de la isla, es decir, contra el «Ejercito ocupante». El último atentado de estos grupos, realizado contra Peadar Heffron -un policía norirlandés, católico, gaélico parlante, capitán de un equipo de fútbol gaélico y emparentado con un militante del Sinn Féin-, muestra el tipo de objetivo que buscan esos grupos. Lo mismo cabe pensar si tenemos en cuenta las amenazas contra Gerry Adams o Martin McGuinness. Es decir, esos grupos acusan a los republicanos de «rendición» por haber aceptado unos Acuerdos que «no conllevan la salida inmediata de las fuerzas ocupantes», pero sus ataques se concentran en los propios republicanos. Brian Cowen, primer ministro irlandés, dijo ayer en relación al atentado que «el pueblo irlandés ha demostrado claramente su deseo de paz y de trabajar a través de un proceso democrático». Ese fue, precisamente, el resultado de los Acuerdos de Viernes Santo. La independencia requiere ahora una estrategia política clara y lograr el apoyo social necesario.