Este es el tercer año consecutivo en el que Emir Kusturica, Palma de Oro en Cannes por «Papá está en viaje de negocios» (1985) y «Underground» (1995), organiza en su país el Festival Internacional de Cine y Música, un evento que busca ser un encuentro entre amigos y en el que personalidades conocidas del cine comparten varios días con los futuros cineastas. Hay cine y también música, con conciertos y fiestas todas las noches, en las que se puede escuchar, por ejemplo, a la formación musical comandada por Kusturica.

«La fórmula es estupenda, porque se crea un vínculo entre el futuro y el presente del cine», resume un invitado de la comunidad cinematográfica, quien elogia «la apertura y buena disposición de la gente». El año pasado, el invitado por Jim Jarmush. «Está muy bien que la gente del oficio se encuentre de esta manera para hablar del trabajo» en un festival «sin protocolo», apunta por su parte la presidenta del jurado, Marjane Satrapi, directora del excelente filme de animación «Persépolis». Ella se muestra incluso sorprendida al encontrarse en un lugar a priori tan extraño, cerca de la frontera con Bosnia, en un pueblo de casas tradicionales de madera y con una pequeña capilla que Emir Kusturica hizo construir para el rodaje de «La vida es un milagro» (2004). Desde entonces, el cineasta reside aquí, cuando las necesidades del oficio no le exigen que viaje por el mundo.

«Sin protocolo»

Tras cinco horas de viaje en coche desde Belgrado, cuando llegas aquí «no sabes exactamente dónde estás», explica Satrapi divertida. «En cualquier otro festival, no te da tiempo a conocer a nadie... Tienes todo el tiempo a gente detrás tuyo y debes posar y mantener una imagen. Una tiene que parecer inteligente y estar bien peinada, pendiente de estar muy guapa», agrega la joven francesa de origen iraní, quien ahora mismo está preparando una película. Es, dice, «una historia de amor que termina mal, como todas las historias de amor verdadero». De momento, su proyecto más próximo consiste en visionar los 29 cortometrajes de jóvenes autores de todo el mundo que compiten en este festival, cuyo palmarés se dará a conocer el próximo martes.

La imagen es bastante insólita: Johnny Depp, un actor famoso en todo el mundo, sale de la cabaña de madera donde ha sido acogido por Emir Kusturica después de celebrar hasta altas horas de la noche el Año Nuevo ortodoxo. Va a reunirse con los estudiantes e intenta abrirse camino, aunque le cuesta, entre sus fans. Tampoco faltan los periodistas, que esperan con impaciencia a la rueda de prensa de la estrella, quien responde de forma amable a preguntas más o menos absurdas. Se muestra «muy impresionado» por estar en este festival en el corazón de Serbia, mientras que Kusturica expresa su deseo de que su festival conserve un tamaño razonable, que permita esta proximidad. Él quiere que sólo se dedique «al cine, a la música y a la vida», lejos de «los éxitos de taquilla que contaminan la mente».