Frases que hacen temblar la fe en el ser humano
Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista
Cae el cielo sobre los pobres negritos haitianos y nos apresuramos a ofrecer nuestra imagen más misericordiosa.
No conformes con ello e impactados por la brutalidad de las imágenes, tratamos de buscar explicaciones a tanto sufrimiento concentrado. «La ley de Murphy rige en Haití», «Mala suerte llama a mala suerte»... Nada como apuntar al gafe del pobre para que el rico se confirme en sus -falsas- bondades.
Pero, como el drama haitiano es de tal proporción que desafía incluso a las leyes del maleficio, son necesarias otras aportaciones. Ya se sabe, los haitianos eran los negros sacados de África que ni siquiera valían para ser llevados a las plantaciones de esclavos. Y con semejante genética.... Un país, además, que, con su vudú y sus atavismos, es incapaz de aceptar civilización (por supuesto occidental) alguna.
El que esto firma jura y perjura que estos argumentos -por chirriantes que parezcan- y otros similares se han podido leer y escuchar estos días en varios medios de comunicación.
Hasta que llegó el nuevo obispo Munilla y puso en su sitio a todos. «Hay males mayores», señaló en referencia a «nuestra concepción materialista de la vida». Será la nuestra, porque a los haitianos lo único que les sobra es la espiritualidad. Afortunados ellos, diría el prelado.
Resumamos. La muerte de decenas de miles de haitianos es un «mal menor». Además, genéticamente son unos impedidos, culturalmente prehistóricos y, para más inri, desagradecidos ante nuestros sucesivos intentos de hacerles entrar en razón. Lo que sorprende es que la tierra no nos haya tragado todavía. Por justicia.