La Real siguió su racha triunfal sin necesidad de jugar bien y ya suma 42 puntos cuando aún no ha acabado la primera vuelta. Estuvo mal, pero se encuentra en un estado de gracia que le permite ganar hasta cuando peor juega. Con poco hace mucho y, pese a maltratar el balón la mayor parte del escaso tiempo que no se lo regaló al rival, fue capaz de marcar otro gol legal y de disponer de siete ocasiones claras que, al no ser aprovechadas para sentenciar, permitieron al Celta disponer de dos buena oportunidades para empatar pese a jugar todo el segundo tiempo en inferioridad.

Fue un partido extraño en el que los dos equipos permitieron a sus rivales disponer de demasiadas ocasiones de gol y que estuvo condicionado por la inexplicable expulsión de Iago Aspas en el minuto 44 por doble tarjeta. En la primera, tres minutos antes, se equivocó un árbitro que no debió sacar casi todas las amarillas que mostró y tuvo que sancionar otras tantas que dejó sin castigo. Sí acertó en la segunda, en la que el joven céltico sacó una falta antes de que pitara tras pedir distancia. Y para rematar su error no tuvo mejor ocurrencia que lanzar una piedra contra los aficionados realistas porque le decían «tonto, tonto». Les dio la razón.

Jugar con uno menos todo el segundo tiempo supuso un lastre muy grande para el Celta, ya que aumentó el desgaste lógico tras su partido de Copa del martes. Eusebio reaccionó con la entrada de Trashorras en el centro del campo para dejar huérfana su banda derecha ante las pocas opciones en ataque y la falta de peligro en defensa que veía con la presencia de Mikel González. Pero la inferioridad y el cansancio motivaron que se abrieran espacios que permitieron a la Real crear ocasiones con relativa facilidad para lo mal que jugó.

Pero aún en inferioridad y con esos problemas, el Celta acaparó la posesión del balón cuando debía ser al revés. La Real volvió a demostrar los problemas para manejar el esférico con un doble pivote formado por Rivas y Elustondo. El puesto ideal del beasaindarra es el de pivote defensivo porque defiende bien, su poder aéreo es notable y juega mejor el balón de cara. De espaldas, en la zona central que mejor presionaba el Celta, López Garai se impuso en su zona, y, si encima el acompañante en el doble pivote no le ayuda con el balón, sufre. Lo acusaba Aranburu en su ausencia y lo paga él, con la diferencia de que el azpeitiarra se ofrece más. Aunque el problema no es sólo suyo.

 Posesión de balón local

Pero lo peor no es que la Real perdiera fácil el balón, sino que con dos medios centros de corte defensivo tampoco lo recuperó y permitió al Celta jugarlo por el centro con relativa comodidad sobre un césped en el que no resultaba fácil ser preciso en los pases. Eso se dio sobre todo en el inicio. La Real comenzó muy mal. Regaló el balón al Celta en los primeros 20 minutos, en los que tuvo un porcentaje de posesión del 70%, pero demostró su falta de calidad de cara al gol.

Joselu, un media punta juvenil al que ha tenido que recurrir Eusebio como delantero, falló un remate en el minuto 2 en clara posición, luego entre Rivas y Bravo desbarataron otro cabezazo claro en un corner. Además, también en esos 20 minutos, un centro dio en la mano de Rivas en el área, lo que pudo ser sancionado con un penalti, Iago Aspas lanzó una falta fuera por poco y Bustos no acertó en un disparo desde la frontal.

A partir del minuto 20 se vio que a poco que Xabi Prieto entrara en juego y se superara su primera línea de presión el Celta daba muchas facilidades atrás por la inexperiencia de los centrales. Lasarte centró al donostiarra para que su equipo tuviera una referencia para jugar el balón y fue el único que lo tocó con criterio en la parte central.

De él nacieron una contra que Nsue no pudo culminar y otra jugada en la que el balear obligó a Falcón a realizar una gran parada. También Xabi Prieto remató de cabeza una falta botada por Griezmann en la que el portero céltico se lució -fue el mejor de su equipo- y a Ansotegi le faltó poco para marcar en otra jugada de estrategia similar lanzada por Elustondo.

Fueron 25 minutos en los que el Celta dejó de dominar el encuentro y la Real demostraba que a poco que sus jugadores de calidad encontraran un balón en condiciones podía llegar el gol. Además el cuadro local, también el realista, estuvo mal en la defensa de las jugadas de estrategia y así Nsue no acertó a rematar en otra falta lanzada por Elustondo en la que saltó muy bien y remató muy mal.

El balear estuvo igual de bien en el salto y mejor en la ejecución en la jugada que fabricó Xabi Prieto para ponerse en ventaja. Ahí llegaron los mejores minutos de la Real, en los que jugó el balón con el criterio que había faltado y tuvo dos claras opciones en las que Griezmann asistió a Agirretxe, cuyo remate fue al palo, y Nsue, que no acertó a dos metros de la puerta.

No materializar estas dos ocasiones y permitir a Trashorras que llegara con comodidad hasta en tres ocasiones desde posiciones peligrosas frontales provocó que el Celta creyera en el empate en los dos remates de Joselu. El primero del minuto 71 fue salvado por Labaka tras un rechace de Bravo a tiro de Trashorras, que también lanzó el corner que el juvenil cabeceó al poste siete minutos después.

Contra él se estrellaron todas las opciones del Celta, ya que en los últimos diez minutos y el descuento todo el peligro estuvo en las botas de Bueno, con un gol mal anulado y otra buena parada de Falcón. Así la Real, sin quedar satisfecha con su juego, pudo festejar una victoria que deja al tercero a diez puntos y al cuarto a doce a la espera de los resultados de hoy.

Si la Real gana los dos próximos partidos en Anoeta ante Elche y Las Palmas va a tener más de un pie en Primera en enero. Llegaría a 48 puntos en 22 partidos y sólo le faltarán 27 en los últimos 20 para llegar a los 75 que casi garantizan el ascenso. Y lo mejor es sumarlos cuanto antes. Para ello hay que jugar mejor, aunque en Anoeta el equipo muestra una seguridad mayor que fuera de su campo. Y en las salidas suma lo mismo ganar cuando se juega mal como ayer.