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EQUILIBRIO NATURAL

El lobo ataca a apenas 200 metros de Karrantza

«Aquí hay sitio para todos. Si el lobo se mantiene en el monte, nosotros no subimos el ganado y así no nos molesta». Ésta es la reflexión de Angel Fernández, uno de los ganaderos de Karrantza que el pasado domingo sufrió el ataque del lobo a sólo 200 metros del barrio de Bollain. El depredador más conflictivo de la fauna vasca llega ahora a zonas donde nunca se había conocido.

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Iñaki VIGOR I

Desde que comenzó el nuevo año, los lobos han matado al menos media docena de ovejas en la zona de Karrantza. El último ataque se produjo en la noche del pasado día 17, domingo, a apenas 200 metros del barrio de Bollain, cerca de Karpin. Una oveja preñada de dos crías resultó muerta, otras dos sufrieron graves heridas, y el pequeño rebaño, integrado por 38 animales, probablemente seguirá sufriendo las consecuencias de la agresión en días sucesivos. «Como quedan tan estresadas por el ataque, algunas ovejas suelen abortar o paren las crías sin vida. Pero la Administración sólo paga las ovejas muertas, las otras te las tienes que pagar tú», lamenta Angel Fernández, el dueño del rebaño.

Este ganadero de 38 años se ha dedicado «desde siempre» a la cría de ovejas, pero hasta el pasado día 17 nunca se había llevado un susto de esta magnitud. Ésta ha sido la primera vez que ha conocido el ataque del lobo, pero no de los buitres. En estos casos cobró la correspondiente indemnización, y ahora confía en que también le abonen los 126 euros de la oveja muerta y los 36 euros por cada una de las dos crías que estaba a punto de parir. «No es una gran pérdida», se resigna Angel Fernández, pero sí cree que hay que adoptar medidas para que no vuelvan a ocurrir este tipo de ataques.

Lo que más le ha llamado la atención es que el lobo se ha acercado a escasos doscientos metros del pueblo, algo que está extrañando incluso a los más viejos de la comarca. «El año pasado -recuerda- también hubo ataques del lobo cerca de otros pueblos del valle. Mataron unas cuantas vaquillas y se escaparon. En Bollain los más viejos están un poco asustados, porque nunca habían llegado tan cerca. Cuando ellos eran jóvenes, sí que solían subir al monte a matar lobos, pero no recuerdan que hayan bajado casi hasta las casas».

La explicación que da este ganadero a este comportamiento tan poco habitual del lobo es que este emblemático depredador no puede atacar al ganado en el monte, ya que ahora lo tienen encerrado en cuadras, y el hambre le empuja a arriesgarse cerca de los núcleos poblados. «Como en el monte no encuentra comida, va siguiendo el rastro de los animales hasta que da con ellos. En esta ocasión -comenta- yo creo que se ha decidido a bajar tan cerca del pueblo porque en las semanas anteriores ha hecho mucho frío, ha nevado bastante y en esas condiciones le ha sido más difícil conseguir alimento. Además, en el monte tenemos mastines para cuidar el rebaño, pero el lobo no quiere enfrentarse con ellos y ni se arrima».

Desde hace varios años éste y otros ganaderos de la zona ya no dejan el ganado suelto en el monte precisamente por la presencia de los lobos, que suelen atacar tanto a ovejas como a yeguas y potros. En la actualidad, Angel Fernández tiene estabuladas unas 880 ovejas de raza karrantzana, y aunque acaba de sufrir el ataque del lobo, deja claro que él no está en contra de este animal y que «hay sitio para todos». Para hacer posible la convivencia entre unos y otros, considera que este conflictivo depredador debe permanecer en el monte, a donde los pastores ya no llevan el ganado.

«O tiene que haber menos población de lobos, o tienen que estar en una zona determinada y protegida -propone-. Nosotros debemos saber cuál es esa zona para no llevar el ganado allí. Además, hay otras comarcas que no son tan ganaderas como Karrantza en las que puede estar el lobo. Creo que la solución podría ser repartirse las zonas. Ya sé que no es fácil, pero para eso están los parques naturales. Si los lobos salen de esas zonas delimitadas, entonces habría que hacer batidas para que no estén a gusto fuera de la zona asignada».

«El ganadero vive intranquilo»

Angel Fernández no es el único que cree que «hay sitio para todos» en esta comarca vizcaina. Julen del Cura, miembro de la agrupación Karrantza Zabala, considera que es posible la convivencia entre pastores y lobos, y propone que los ganaderos y la Administración alcancen acuerdos para mantener «controlados» a los depredadores.

Del Cura constata que la mayoría de los vecinos de Karrantza son ganaderos «y lógicamente su posición es contraria al lobo o a cualquier otro animal que ataque al ganado vacuno, ovino, caprino o caballar, porque perjudica el medio de vida que tienen».

«Además -agrega Del Cura-, desde el mismo momento en que se tiene constancia de que hay un lobo en la zona, el ganadero vive intranquilo. Hay que tener en cuenta que hay mucho ganado que está en terreno comunal de Karrantza, que está pastando libremente, y el ganadero tiene que estar más vigilante. Los rebaños son muy asustadizos, y en cuanto olfatean al lobo se ponen muy nerviosos, se aterrorizan y a veces se despeñan. En cambio, si están encerrados se pueden controlar mejor».

A su juicio, cuando se produce un ataque y el ganadero sufre perjuicios, «la vía de las indemnizaciones es saludable siempre y cuando se aceleren los plazos de pago y la cuantía a indemnizar se acerque al costo real del animal muerto».

En cualquier caso, Del Cura considera fundamental que las actuaciones que se hagan en relación con la presencia del lobo sean como consecuencia de un acuerdo entre ganaderos y Administración, «y no por la vía de la imposición».

Otro debate que ha surgido tras estos recientes ataques es si existe o no una población estabilizada de lobos en la zona de Karrantza, donde desaparecieron entre los años 60 y 80 del pasado siglo. «Pero hace treinta años volvieron a aparecer y ahora son habituales. No se puede decir que sean manadas establecidas -precisa-, porque la movilidad de un animal de estas características es bestial. Normalmente no corren, pero están casi siempre en movimiento y son capaces de recorrer decenas de kilómetros en un solo día. Una manada puede estar compuesta por ocho o diez ejemplares, y parece evidente que en un área tan grande haya una o dos manadas».

Gracias a su gran movilidad, también se sospecha que se desplazan hasta la zona lobos de otras comarcas de Araba, Burgos y Cantabria. De hecho, diversos estudios genéticos han confirmado que en esta amplia comarca fronteriza, y muy despoblada, se mueven cuatro manadas de lobos con una población que oscila entre los 24 y los 28 individuos. Se alimentan de corzos, jabalíes, zorros, liebres, ratones, reptiles, frutos, carroña y basura... y también de ganado.

A pesar del temor que infunden, no se tiene constancia de que ni una sola persona haya sido atacada por lobos en esta comarca, e incluso hay montañeros que temen más a los mastines que guardan el ganado que a los propios lobos.

Lo que está demostrado es que éstos huyen en cuanto advierten la presencia humana. Y es que el lobo, tal como ha ocurrido históricamente con el oso, ha sido perseguido sin tregua. Hasta hace pocos años los ganaderos han cazado lobos de forma furtiva en estos vastos territorios, en ocasiones con el consentimiento tácito de la Administración, pero algunos también han sufrido sanciones económicas por esta práctica ilegal.

En fechas más recientes se han realizado batidas autorizadas para mantener controlada la especie. Sin embargo, el progresivo abandono del medio natural por parte del ser humano está favoreciendo el asentamiento del lobo, que vuelve a reconquistar sus antiguas áreas de campeo. Algunos expertos consideran que sólo es cuestión de tiempo que lleguen hasta el Pirineo.

«No es el lobo, ni el buitre, el que está mandando al paro a los ganaderos»

Algunos ganaderos suelen culpar a lobos y buitres de su precaria situación, pero otros reconocen que el perjuicio que causan estos animales es mínimo en comparación con la profunda crisis que atraviesa el sector. «Hay otros depredadores, otros `buitres', que están revoloteando en torno al pastor y al ganadero y están abocando al mundo rural a la desaparición». Ésta es la opinión de Julen del Cura, un vecino de Karrantza, perteneciente a la agrupación Karrantza Zabala, que propone una «reflexión mucho más profunda» para abordar esta cuestión.

«No se trata de plantear si nosotros estamos a favor o en contra del lobo. Este animal es un depredador, y el hecho de que desaparezca del monte significa que otros animales van a abundar en exceso, como los jabalíes, los corzos, los ciervos... El monte tiene un equilibrio, y ese equilibrio se rompe si desaparece el lobo», advierte este vecino de Karrantza.

A su juicio, «no es cuestión de apuntar a los animales salvajes como responsables de la desaparición del mundo rural», sino de «elaborar un trabajo de forma más ardua, con amplia participación, que no envíe a la gente del mundo rural al paro».

«No es el lobo el que les está mandando al paro. No es el buitre el que está haciendo que la ganadería disminuya. Estos animales no tienen nada que ver con el precio de la leche», constata Julen del Cura.

Aunque valora de forma positiva la colaboración entre ganaderos y Administración para llegar a acuerdos, considera que habría que buscar soluciones de mayor calado para conseguir que los ganaderos puedan vivir de su trabajo y evitar así la desaparición del mundo rural. I.V.

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