Mikel INSAUSTI

Aunque en esta comedia de Venrançois Ozon está de capa caída y falto de ideas originales, por lo que en una misma película no tiene reparo en copiar a los hermanos Dardenne y a Antonio Mercero, como si el resultado de semejante suma fuera a ser lo nunca visto. Pero la fusión es tan del todo imposible que nunca llega a producirse. Durante Los tres primeros cuartos de hora “Ricky” es un duro drama social realista y en los tres siguientes una tonta comedia fantástica, sin que entre ambas partes irreconciliables medie ninguna conexión. Lo más increíble es que haya críticos que se sientan perturbados por tan obvia propuesta, cuando en el mero terreno práctico se trata de dar una salida aparente a un argumento inviable. La idea extraída de la película del lasartearra Mercero “Tobi, el niño con alas” no alcanza hoy en día para un largometraje mínimamente coherente, así que ha añadido el resto para ver si colaba entre quienes todavía le siguen concediendo crédito.

La presencia de Sergi López y la procedencia de su personaje no justifican tampoco las constantes referencias a la televisión y el cine fabuladores que se hacían en el Estado español al final del franquismo. El asunto no acaba en Mercero, porque la partitura musical de Philippe Rombi remite constantemente a la que el malogrado Waldo de los Ríos compuso para Chicho Ibáñez Serrador en “¿Quién puede matar a un niño?”. Y sobre la actuación del interprete catalán es necesario advertir que es más de lo mismo, y que las películas francófonas que protagoniza lo están encasillando como el nuevo macho ibérico, aquí incidiendo, aún más si cabe, en su físico velludo bajo el nombre de Paco Sánchez, un inmigrante que va dejando hijos al otro lado de la frontera con ese apellido. De todo el repertorio de personajes inconsistentes, con el médico que trata al niño alado mediante una jerga digna del profesor TBO al frente, únicamente se salva la niña incorporada por Melusine Mayance, por ser la única que demuestra sensatez