Falta más de un año para la convocatoria de las próximas elecciones municipales y forales y ya se evidencian los nervios de algunos agentes políticos por la posible creación de un polo independentista de izquierda. Desde el PNV -como ayer hizo Markel Olano- se pretende ridiculizar o al menos minusvalorar el proyecto, tratando de vender que no hay unión soberanista posible sin su presencia, por ser el partido más votado. El diputado general de Gipuzkoa debiera releer el discurso de Juan José Ibarretxe en Tolosa, cuando advirtió a quienes quisieran escucharle que lo que pretendía esa futura alianza era, precisamente, disputarle la hegemonía al PNV.

Pero mucho más peligrosos son, en cualquier caso, los movimientos que se observan en el unionismo. Desde la esfera del PP se pide la intervención de la Fiscalía, mientras que el PSOE ya tiene puesta en marcha su propia estrategia represiva, que Baltasar Garzón va dosificando según los ritmos del Ministerio de Interior.

En los últimos días, Eusko Alkartasuna ha pasado a estar en el punto de mira de los inquisidores. Un militante de esta formación comentaba ayer «ladran, luego cabalgamos». En ocasiones, esta atribución de las reacciones ajenas a los aciertos de la estrategia propia no son más que frases hechas y hasta consuelos menores.

Sin embargo, en esta ocasión hay evidencias de que la apuesta conjunta del independentismo preocupa... y mucho. El domingo, Pedro J. Ramírez dedicaba su epístola semanal en «El Mundo» a glosar las virtudes y aciertos de Patxi López, con el que había compartido confidencias en Ajuria Enea con motivo de una entrevista de su diario al lehendakari. Y tras los momentos de sinceridad que da el compadreo, el periodista escribía que «el escenario que legal, política y socialmente más preocupa al nuevo Gobierno vasco es el de que el llamado `polo soberanista' cuaje de cara a las municipales del año próximo», así como que con la participación de partidos hoy legales en la operación «sería muy difícil impedirlo por la vía judicial».

Quizá de ahí que el asesor de José María Aznar y representante suyo en las conversaciones de 1999 con ETA y Batasuna, Javier Zarzalejos, se asomara el sábado a las páginas de «El Correo» para pedir que Gobierno y PP estudien «mejoras en la legislación electoral y de régimen local» para «afrontar» ««maniobras fraudulentas».