Crónica | Desastre natural
El frío extremo pone en riesgo la vida nómada en Mongolia
Los nómadas mongoles, herederos pobres del implacable imperio que Gesghis Khan forjó en el siglo XIII, son los principales afectados por el «dzud», un fenómeno de frío extremo que les está obligando a trasladarse a Ulan Bator en busca de refugio.
Guillem MARTÍNEZ
Lo que no han logrado ni los años ni el incipiente desarrollo económico lo está consiguiendo esta anormalidad específica del invierno mongol.
El «dzud» es un fenómeno climatológico que encadena una prolongada sequía en verano con fuertes nevadas y temperaturas extremadamente bajas en invierno, lo que provoca la desaparición de los pastos naturales de los rebaños en las llanuras. La ONU advirtió de que el frío extremo dañará aún más el suministro alimentario y empeorará la pobreza, además de provocar una migración interna.
El Gobierno mongol, que ya ha declarado zona catastrófica siete de las 21 provincias del país y zona de riesgo otras doce, informó la semana pasada de la muerte de más de 1,4 millones de cabezas de ganado, que son la única fuente de supervivencia de los nómadas.
Los animales, debilitados por la escasez de pastos en verano, no pueden acceder a la escasa hierba que puede quedar bajo la espesa capa de nieve y perecen de hambre.
El invierno ha enterrado más del 80% de la superficie de Mongolia bajo un manto de nieve de entre 20 y 90 centímetros de grosor y las temperaturas han alcanzado los 40 grados bajo cero en 19 de sus 21 provincias.
«Cada mañana encuentro muertos entre cinco y diez animales. De un rebaño de 500, han fallecido unos 120 a causa del frío extremo y de la falta de alimento», se lamenta Javzmaa Batbold, un pastor de la región de Dundgobi, en el centro del país, citado por la agencia oficial china Xinhua.
La pérdida de ganado amenaza con acabar con el estilo de vida tradicional de los nómadas, que se trasladan en masa a las ciudades para buscar cobijo y trabajo.
«No sé qué futuro le espera a nuestra familia si muere todo el rebaño», sostiene el pastor, cuyo lamento es común al de los centenares de miles de nómadas que pueblan el interior del país.
El movimiento demográfico supone también una tensión en el frágil equilibrio social del país, ya que las estructuras de asistencia en las zonas urbanas son escasas cuando no inexistentes y la tasa de desempleo roza el 50%. En Ulan Bator, a donde se están trasladando los nómadas, en torno al 80% de los habitantes vive en la pobreza.
Mongolia, con 2,6 millones de habitantes, es el país con menor densidad de población del mundo, apenas 1,7 personas por kilómetro cuadrado.
Ayuda humanitaria
Ulan Bator y la ONU dieron la voz de alarma, a la que ya han respondido el Estado francés, Rusia, China y Australia, enviando mantas, harina, arroz, velas y medicinas, aunque, una vez en Mongolia, la distribución de la ayuda es un problema.
«Los más pobres no tienen capacidad para almacenar comida o combustible para la calefacción, y los suministros a los pueblos son imposibles porque están aislados», señaló Rana Flowers, coordinadora de la ONU en Mongolia.
Flowers, sin embargo, afirmó que todavía no se han registrado fallecimientos directamente relacionados con el «dzud», excepto los de cuatro madres que murieron a causa de complicacio- nes en el parto cuando estaban dando a luz en lugares aislados.
Se calcula que unos 200 núcleos habitados desperdigados por la geografía mongola están inaccesibles. Además, unos 22.000 niños, a los que se ha ordenado que no viajen por las condiciones climáticas, permanecen recluidos en las escuelas (normalmente los centros educativos están a kilómetros de los poblados nómadas), separados de sus familias y necesitados de asistencia, ya que viven con apenas calefacción y suministros alimentarios muy limitados.
Según datos de la ONU, Mongolia ocupa el puesto 114 de 177 en el último informe de desarrollo humano, a pesar de su riqueza en yacimientos milerales, muchos de ellos aún vírgenes.
El último «dzud», que data de 2001 y no está considerado tan servero como el actual, se cebó especialmente en la falta de alimentos y medicinas.