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Fede de los Ríos

La arruga es bella si barata y productiva

 

No se puede seguir así, es necesario variar el rumbo», decían nuestros políticos y socialdemó- cratas cuando alguno de los vestigios más adelantados de la crisis asomaban la patita. Querían humanizar el capitalismo, ¡angelicos míos!, el sistema económico que se desarrolla sobre el triunfo de lo humano cosificando todo lo que toca, es decir, convirtiéndolo en mero valor de cambio, en mercancía.

Las cíclicas crisis del sistema poseen la función de concentrar el capital en menos manos, disciplinar a los trabajadores y recortar sus derechos para, así, engrandecer los beneficios de los patronos. Cuanto menos pago al obrero por el tiempo que tarda en producir mercancías, mayor es mi beneficio. Así de sencillo.

La crisis todavía no ha llegado. Los brotes verdes que algunos ven deben de ser el producto alucinatorio de algún otro tipo de sustancia verde que introducen en su cuerpo, o bien que dichos brotes eran tan verdes que se los comió un burro.

En este circo montado acerca de la situación económica en lo que llaman España hay payasos ciertamente carentes de toda gracia. Están los del Gobierno, que hoy dicen «a» y mañana dicen «no-a» sin mover una pestaña. Y como estamos en la zona euro, aquella que nos iba a traer un sinfín de beneficios (a todos, no sólo a los empresarios), ahora nuestros gobernantes carecen de políticas económicas de estado propias, porque mandan otros. Y ordenan recortes en lo social. El llamado milagro económico español ha devenido en fuegos de artificio. Los salarios más bajos, la vivienda más cara y los más hipotecados de la zona euro. La solución: recorte de las prestaciones sociales y empeoramiento de las condiciones laborales.

Y es que hay mucho cabrón de viejo que se jubila y no se muere ni a la de tres. Y no digamos las viudas que, casi todas por lo general, tienen el mal gusto de sobrevivir a sus longevos maridos y en algunas hasta se aprecia una franca mejoría. En la India antes por lo menos las quemaban junto con el cadáver del finado. Por eso debe de ser que Adolfo Domínguez está montando muchas de sus fábricas en aquel país tan espiritual en el que la no-violencia creó una sociedad tan igualitaria.

El tal Mimínguez afirma que para salir de la crisis es necesario el despido libre y acabar con el estado de bienestar. «El trabajador debe ganarse cada día su empleo», dijo en el Fórum Europa, «así se aumentaría la productividad». Es una forma de verlo. Y continuó: «la incertidumbre es lo que nos mantiene vivos». Si por cada botón caído por ahorrar en hilo en cualesquiera de las múltiples prendas que elabora en Asia el cliente sufridor del percance pudiera estamparle un par de bofetones y una patada en los testículos al empresario gallego, creo que dicha medida ahondaría en la mejora del control de calidad en las prendas y ayudaría a su incertidumbre un poquito más.

Aboga por retrasar la jubilación a toda costa. Nos quiere arrugadillos, baratos y productivos. Más majico el gallego que el copón. Si quiere incertidumbre para mantenerse vivo, ¿por qué no juega a la ruleta rusa? Ánimo, que por nosotros no sea.

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