Gerardo Luzuriaga Licenciado en Historia
Navarra sí es Euskal Herria
En los primeros años del postfranquismo el vocablo vasco hacía referencia a todo el territorio vasco; y así se crearon las primeras instituciones. Hasta el propio nombre de País Vasco surgió con el objetivo de abarcar los siete territorios vascos en una misma comunidad. Pero muy pronto dejó de tener ese sentido amplio
Lo veníamos anunciando desde hace tiempo. La confusión que surgió en la llamada transición política con el término «vasco» no podía acabar en nada bueno. Desde finales de los años 70 ha habido una parte de la sociedad vasca que ha intentado hacer desaparecer el concepto de Euskal Herria. No lo pueden soportar y les molesta. Tampoco el PNV ha andado muy fino en este caso y se ha empeñado en denominar a los siete territorios vascos Euskadi.
El TSJPV ha tomado partido y lo ha hecho como se podía esperar: dando la espalda a la historia, a la razón, a la lógica y a la costumbre. He escrito varios artículos insistiendo en el empleo erróneo de varios términos. En alguno de ellos subrayé la visión tan inexacta que estaban reflejando a sabiendas la mayoría de los medios de comunicación y los políticos de aquí, y que con el paso de los años, no muchos, iba a hacer mella no sólo en la población y en las instituciones oficiales del Estado español, sino también en los propios vascos. Al final ha sucedido.
Tanto desde Nafarroa, como desde Euskadi ha existido una corriente social, política y cultural empeñada en dividir y separar a los vascos. La propia Navarra ha sido dividida en tres zonas lingüísticas. Si este criterio se hubiese aplicado en Euskadi, tampoco existiría una sola Euskadi, sino que la mayor parte de Araba y una gran parte de Bizkaia hubiesen quedado situadas en una hipotética zona lingüística no euskaldun, lo mismo que hubiese ocurrido con varias zonas de Galiza, Valencia y hasta de la propia Catalunya.
Tampoco desde Euskadi se ha actuado inteligentemente. En los primeros años del postfranquismo el vocablo vasco hacía referencia a todo el territorio vasco; y así es como se crearon las primeras instituciones. Hasta el propio nombre de País Vasco surgió con el objetivo de abarcar los siete territorios vascos en una misma comunidad. Pero muy pronto dejó de tener ese sentido amplio para referirse en la mayoría de los casos a lo que en otros tiempos se conoció como las Provincias Vascongadas. Sin embargo, no se dio marcha atrás y se siguieron creando instituciones oficiales solamente para las provincias de Araba, Gipuzkoa y Bizkaia con el nombre vasco. Así se creó el Gobierno Vasco, el Parlamento Vasco, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, el Tribunal de Cuentas Vasco... sin tener en cuenta que el Gobierno Navarro, el presidente Navarro, el Parlamento Navarro o el Tribunal Superior de Justicia de Navarra son tan vascos como los de Euskadi.
Sin embargo, debemos decirlo sin tapujos, tanto históricamente como actualmente no existe razón alguna para excluir a Nafarroa de Euskal Herria. Así ha aparecido históricamente en los textos escritos. Ya en el siglo XVI lo dejaron certificado los escritores Perez de Lazarraga, Joannes de Leizarraga y Axular. Es más, no existe argumento que no corrobore la existencia de un territorio común, con unas características propias denominado Euskal Herria. No creo que sea necesario recordar que hasta la guerra de 1936 ha sido la derecha conservadora la defensora de un territorio vasco común para los siete territorios; tampoco las afirmaciones posteriores de políticos navarros en ese mismo sentido, ni las recientes declaraciones de la consejera de Educación del Gobierno de Euskadi, donde defiende que Euskal Herria existe, que es el país del euskera y el territorio de las siete provincias vascas, que comparten una cultura y una lengua común.
Nos sorprendería gratamente y nos sentiríamos orgullosos de nuestros antepasados navarros si leyésemos de nuevo lo escrito al respecto en épocas anteriores. Para muestra un botón: la carta firmada el 10 de mayo de 1931 en Zudaire por los alcaldes de Amescoa Baja, de Abarzuza, de Eulate, de Aranarache y de Larraona en la se afirma que desde «el rincón de las Sierras de Urbasa y Andia en los valles que bañan el Urederra y el Iranzu, queremos los montañeses de hoy dirigirnos a todos los navarros (...) para que la que fue cuna de nuestra vieja monarquía pirenaica proclamada en Abarzuza y las Amescoas, vuelva a ser el solar que recoja las ansias de libertad foral de todos los municipios navarros (...) los Ayuntamientos de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava han promovido una intensa campaña (...) recordándonos que, somos todos hijos de un gran pueblo vasco, de que Navarra es la hermana mayor y la capitalidad. Hemos vuelto a tener a la vista los errores históricos de nuestra tierra, con la separación en que hemos vividos navarros y vascongados, cuando no luchando unos contra otros, al servicio los últimos de los reyes de Castilla contra la Independencia de Navarra (...). Si logramos ver publicado el Estatuto (...) lo habremos logrado todo, desde la garantía de nuestra tradición religiosa y foral, hasta la seguridad de nuestros intereses (...)».
Todos sabemos las circunstancias políticas que se vivieron en 1978, que hicieron imposible que se crease una Comunidad vasca común. Sin duda esta incongruente medida de dividir en dos comunidades autónomas distintas a una misma comunidad cultural, lingüística, social y económica es lo que ha originado que lleguemos a este absurdo de que pueda existir Euskal Herria tan sólo en abstracto. Euskal Herria ha existido y existe, es el pueblo de los vascos y lo forman y lo formarán los siete territorios vascos, exista una demarcación político-jurídico-administrativo, dos, tres, o cinco. ¿Acaso puede decirle alguien a un vecino de Leitza, Etxarri o del valle de la Berrueza que no pertenece a Euskal Herria?