David Stern y su séquito de analistas económicos tienen bien claro que una fórmula no hay que cambiarla mientras ésta genere beneficios económicos. Así, la NBA volverá a celebrar esta noche su particular Superbowl, pero sin que el protagonismo del evento recaiga en absoluto en el aspecto deportivo y sí en un supuesto espectáculo.

Deudor del impresionante éxito que obtuvo en la década de los ochenta y, en menor medida, de los noventa, el All Star Game viene perdiendo fuelle en cada entrega, naufragando como producto espectacular y de entretenimiento y abusando de la mercadotecnia de forma bochornosa. La cita de este año es en Dallas (Texas), una ciudad colapsada debido al enorme dispositivo de seguridad dispuesto, a lo que se ha sumado la mayor tormenta de nieve y frío de toda su historia, que ha provocado numerosos retrasos en los vuelos.

Todo empezó ayer con una pachanga de bienvenida entre rookies (jugadores de primer año) y sophomores (jugadores de segundo año), que sirve para calentar motores y pulir posibles errores organizativos.

Esta noche llegará el turno de los concursos. Originalmente diseñados para soñar, en cada entrega se cuenta con menos estrellas de primera línea y se recorta su duración hasta convertirlos en un sinsentido bien patrocinado por grandes multinacionales.

Pese a que los dos eventos principales programados para hoy sean los concursos de mates y triples, habrá otros tres certámenes: una competición con reglas del baloncesto «callejero» que se llevará a cabo al aire libre; un desafío de habilidades en la que varios bases de la liga medirán sus capacidades técnicas de pase, dribbling y tiro; y una prueba en la que varios equipos -compuestos por jugadores actuales, antiguas estrellas y jugadoras de los equipos femeninos de la WNBA- lanzarán desde diferentes puntos de la cancha en busca de la mayor puntuación.

Las cosas se pondrán un poco más serias, entre comillas, cuando llegue el concurso de bombarderos. El campeón del año pasado y los cinco mejores lanzadores de lo que va de liga se verán las caras en una prueba en la que tendrán que lanzar 25 triples en un minuto. Los tres que mayor puntuación obtengan pasarán a la final, de la que saldrá el nuevo campeón. Paul Pierce, Daequan Cook, Chauncey Billups, Stephen Curry, Channing Frye y Danilo Gallinari buscarán la gloria como mejor lanzador desde los siete metros.

El plato fuerte llegará con el concurso de mates. Nate Robinson, el campeón del año pasado, Gerald Wallace, Shannon Brown y un cuarto participante elegido entre Eric Gordon y DeMar DeRozan realizarán acrobacias aéreas en busca de un título que en el pasado se llevaron monstruos como Mi- chael Jordan o Dominique Wilkins.

Ni Bryant, ni Iverson

Ya lo anunció Phil Jackson, entrenador de Los Angeles Lakers: «La decisión de ir o no al All Star no va a ser fácil para Kobe Bryant». Al final, el escolta de los vigentes campeones ha declinado la invitación al partido de las estrellas debido a una lesión. Descansar este fin de semana significaría un reposo de diez días para el maltrecho tobillo de Bryant y la cordura parece haberse impuesto en el entorno del jugador.

Tampoco estará en Dallas Allen Iverson. El escolta de los Sixers de Philadelphia ha alegado que prefiere estar con su hija, que sufre una enfermedad. Casi de inmediato, David Stern confirmó que los recambios para Bryant e Iverson serían Jason Kidd (Dallas Mavericks) y David Lee (New York Knicks).

Así, el equipo del Este quedará conformado por LeBron James, Kevin Garnet, Dwyade Wade, David Lee, Dwight Howard, Al Horford, Chris Bosh, Paul Pierce, Gerald Wallace, Joe Johnson, Rajon Rond y Derrick Rose.

Por el Oeste jugarán Carmelo Anthony, Tim Duncan, Jason Kidd, Steve Nash, Amare Stoudemire, Pau Gasol, Kevin Durant, Dirk Nowitzki, Zach Randolph, Chauncey Billups, Chris Kaman y Deron Williams.

Los entrenadores de ambos combinados, Stan Van Gundy y George Karl, tendrán que decidir quién sustituirá a Bryant e Iverson en el cinco inicial.