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La Berlinale se vuelca con Polanski a través de McGregor y Brosnan y vive el regreso de «Metrópolis»

La Berlinale se volcó con el director Roman Polanski, en arresto domiciliario, y recibió su «The Ghost Writer», película a competición por los Osos, como un homenaje al genio ausente.
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Gemma CASADEVALL | BERLÍN

La Berlinale necesitaba un trío de astros sobre su alfombra roja y ayer lo tuvo con Ewan McGregor, Pierce Brosnan y Olivia Williams. Un buen thriller político, con la CIA como malversora de políticos de por sí manipulables, es algo que siempre viene bien a un festival. Y, encima, Polanski lleva el áurea del escándalo permanente: un buen cóctel mediático para animar la segunda jornada del festival, tras la moderación inaugural del jueves con la china «Tuan Yuan».

«Es un maestro, el maestro que extrae de nosotros el máximo rendimiento artístico», sentenció McGregor, para deshacerse en elogios hacia un director que «a veces atentó contra mi ego de actor, otras fue como una madre». Brosnan le siguió: «Trabajar con él es algo intenso, muy intenso, como lo ha sido toda su vida».

El equipo de «The Ghost Writer» parecía accionado por el consenso de deshacerse en elogios hacia Polanski, como director, y no entrar en materia más que de refilón. «No comentaré la situación de Roman. Este no es el sitio ni el momento. Pero el hecho de que no esté aquí, presidiendo esta conferencia, entre nosotros, es algo muy raro para todos», resumió Robert Harris, autor del best-seller en que se basa el filme. En el momento de su detención, el año pasado, la película estaba prácticamente acabada, aunque parte de la post-producción tuvo que realizarse estando ya Polanski en arresto domiciliario en su chalet suizo. «Teníamos que acabar el filme como fuera, para estar aquí, en la Berlinale, aunque fuera sin él», afirmó Harris.

Un poema hecho cine

La otra película a concurso habla de Allen Ginsberg, el poeta cuyo famoso «Howl» («Aullido») llevó a su editor ante los tribunales, por publicar algo considerado para la moral pública de los EEUU en los 50 como «obsceno». Tanto o más imposible que explicar en prosa un poema parece lo de tratar de llevarlo al cine. Rob Epstein lo intenta, con James Franco interpretando al poeta que quiso ser el nuevo Keruac y que deleitó a a la generación beat con recitales de poesía tachada de obscena. El filme recurre a varios escenarios y técnicas: del blanco y negro entre aromas de cigarrillos y jazz, al diván del psicoanalista, al cómic como recurso para plasmar los delirios obscenos de Ginsberg, dichos a sus sucesivos novios y novias, más el proceso al editor, donde defensa y fiscalía suben al estrado a críticos y estudiosos, en pos de la verdad y nada más que la verdad sobre que es poesía.

Vuelve «Metrópolis» en su versión mas original

El mítico filme «Metrópolis», de Fritz Lang, desembarcó ayer en la Berlinale en un reestreno de la versión original, restaurada a partir de una copia hallada en el Museo del Cine de Buenos Aires, que abre las puertas a una interpretación nueva de la cinta de 1927. El Friedrichstadtpalast y la Ópera de Fráncfort se convirtieron simultáneamente en el escenario de esta nueva edición, la cuarta y posiblemente última del legendario filme, mutilado en su día por los estudios alemanes de la UFA y los estadounidenses de la Paramount. Se supone que esta será la versión definitiva, pese a que todavía siguen faltando unos cinco minutos, pues «salvo milagros», es improbable que estos fragmentos puedan aparecer algún día.

Ingrid HAACK

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